jueves, 20 de diciembre de 2012

Quizás...





Lo mismo ya no soy nada.
Lo mismo alguien debería estar de enhorabuena. O quizás no.
Yo ya no soy nada.
No soy yo.
Me dedico a mi trabajo.
Y luego a mi casa.
Y a mí apenas nada, salvo estas letras.
Y eso no es nada.
Porque no soy nada.
Soy un puzzle montado al revés.
Soy un deshecho vestido de luces.
Soy el vertido de mi mente.
Soy el escombro de lo que no se monta.
Soy el penúltimo de una cola.
Soy el que espera sin saber muy bien a qué.
Soy sin musas, sin esdrújulas, sin entorno, sin estadios, sin lágrimas, sin pensar, sin el aplauso ni el abucheo, no soy apenas nada.
Apenas...

jueves, 13 de diciembre de 2012

Tras hablar...


El tiempo es lo que queda en tus dedos cuando escribes canciones para nadie. Y si quieres entender la frase es mejor que no esperes nada. No esperes nada porque no hay nada de lo que preocuparse en el entramado de estas palabras.

El tiempo son acordes que te olvidaste de guardar en tus bolsillos. Claves menores que se convierten en notas en desacuerdo con la realidad que te rodea. Son realidades inconclusas en una habitación donde la noche no llega porque está eternamente esperando el anochecer y no permite que salga la luna hasta no ver que el sol se va a dormir.

Los sentimientos que necesitas los tienes guardados en el zurrón del debe pero no haces más que pensar en ellos. Pero si la noche es noche por la tarde, si lo ves así, entonces deberías escuchar trompetas en tus oídos con coros que imitan los sesenta que ni tu ni yo escuchamos.

El conjunto de violas a los que puedes añadir unos fagots son el recurso del que ama la belleza.
Querida Musa, ¿qué miedos tienes que escondes tus respuestas con risas?
El día es un sonido, la noche es un silencio, pero ambos son intercambiables.
 

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...