jueves, 30 de marzo de 2017

Puede que...I wanna be adored


Puede que el mundo de nuestras miserias se imponga al de la realidad, cuanto más al de nuestros deseos.
Puede que uno no sepa apuntar bien al blanco de la felicidad.
Puede que entre tu y yo tengamos unos acordes de gelatina para tocarlos con un banjo fabricado con pétalos de marfil.
Puede que la calidad del amor sea la pescadería podrida de peces recogidos de un mar de bilis amarga.
Puede que las sonrisas iluminen todo lo que me persigue mientras me escondo bajo el tumulto de mis gritos.
Puede que tu beduinez sea un rasgo del que va y del que viene en el desierto sin saber en qué oasis aposentar la siguiente taza de té.
Puede que Odín juegue a los dados con Confucio en un encuentro casual donde tus ojos rasgados por la cercanía se vuelvan azules, un azul que compita con el rubio de tu nuevo cabello.
Puede que no me adoren, que no me adoréis, que no me adores…quizás, solo quizás, todo se resuma en la canción de Stone Roses.

domingo, 26 de marzo de 2017

Aprendiendo nuevas cosas...


El jueves me dio el punto y me compré un ukelele por amazon...el viernes ya lo tenía y hoy me he dedicado a tocar Something y Somewhere Over The Rainbow. La verdad es que ambas canciones tienen unas magníficas versiones de ukelele. La primera de Paul McCartney (lo mismo se la enseñó George Harrison) que la toca en sus directos como homenaje al gran George. La segunda es la mundialmente famosa versión que hizo Israel Kamakawiwo en la que juntaba somewhere over the rainbow con what a wonderful world.

Curioso instrumento el ukelele, tiene un sonido de juguete, ese timbre agudo te trae cierta tranquilidad a diferencia del agudo japonés que a mí me resulta inquietante. Quizás porque suena a juguete de niño y el recuerdo de la infancia nos atempera, relaja, nos hace pensar en otras realidades y son una pequeña fuga que nos permitimos de manera inconsciente y subliminal.

El jueves me compré un ukelele y creo que me lo llevaré en algún viaje que otro...

Algunos dicen que estoy chinao...

miércoles, 22 de marzo de 2017

The wolf



Tienes al lobo detrás, corriendo, a tu espalda. Esperando que pares para echarse encima, arrear el golpe que no quiere sentir. El lobo está ahí corriendo detrás de tus pensamientos como un loco. Ahí te sigue.

No sabes la verdad, solo conoces el sabor de la carne, roja, sangrienta, gritas, con tus pechos teñidos de rojo esperando que alguien llegue y lama todo tu cuerpo mientras te pregunta el sentido de tu divinidad. Y nadie, nadie, quiso saber qué eras qué querías, pero los demás seguían y seguían, alimentando tu sed. Eres el lobo que nadie supo intuir. Tus uñas son el puñal de tantos y tantos años.

Ven a mi lado, para acariciarte.

Escuchando a Sinatra

Ya tengo el disco de Sinatra, In the Wee Small hours …maravilloso.

Ya tengo los motivos en un cajón, ahora buscaré las razones en una bolsa, y con ambos, cajón y bolsa, hablaré con Juliette Binoche.

Películas románticas como el paciente inglés pertenecen a mis años pasados, una película que me harté de ver por cada escena, cada imagen, cada renglón. Ahora resulta que uno está rodándola con pies descalzos.

In the wee small hours, se lo pongo a un amigo y me lo pide para copiarlo…ya nadie compra discos. Soy un loco.

Acabo de comprarme un ukelele, no sé cómo sonará pero soy así de gilipollas.

Esto parece mi catálogo de compras…el paciente inglés la tengo en dvd…de momento no la compro en bluray.

El mundo a veces patina en superficies rugosas…otras en pistas de hielo. Y nosotros utlizamos la red para navegar en un mar no congelado pero irreal.

Dormir mil años es de un cuento que algunos anhelamos..pero Maléfica, entonces, ¿¿¿era buena o mala???

Voy a intentar poner signos al principio y al final de las oraciones, que para eso esto es español y no inglés.

Si Maléfica es mala y Blananieves es buena, ¿Sinatra qué es?...o más difícil, ¿qué es Sammy Davies Jr.?

Hoy leo lo que ya sabía, descansar es necesario. Uno o mil años con el bosque entumecido de tanta vegetación.

Hoy leer es una obligación, me la tengo que imponer…estoy hecho un desastre.,



Furibundia

Y cuando te quieren atacar te dicen que no sabes ni lo que escribes,.
Y se inventan realidades que no son,
Y cuando desaparecen no puedes hablar con nadie más.
Y así una y otra vez.


todo es parte de la furibundia, sustantivo que no existe pero que a mí me apetece usar. La furibundia que nos rodea.

martes, 21 de marzo de 2017

Mentiras que uno mira desde el otro lado de la colina...

El mutismo llega y no puedes hablar, está prohibido. El mutismo lo impone alguien que decide qué es el mutismo y que es lo mejor, alguien del cual nadie sabía su poder. El poder del vacío, impuesto de manera absoluta, sin opción a hablar con nadie más. Soberano que decide que nada hay fuera.

Soberano que sentencia. Que dice que cualquiera de nuestras palabras son vacías y sin sentido, que no sabes escribir ni lo que escribes. Soberano que ataca para joder. Soberano que manda porque entiende que la única forma de ser es ser mandando, todo lo que sea no imponer una pauta le parece objeto de debilidad. Soberano que afirma no ser así.

El ser que todo lo sabe impone su palabra y los demás agachan las cabezas. Ese ser que sabe si echas o no de menos a alguien, que sabe la verdad, que ejecuta su palabra con un hacha de bronce forjada hace miles de años.

Hasta los putos huevos de las mentiras que la gente inventa.

Pero se vive mejor inventando mentiras.

lunes, 20 de marzo de 2017

Sonidos de los noventa...



Retomo un disco porque esta noche soñé con una canción del mismo. Creo que es la primera vez que sueño con una canción, es curioso, y además con esta canción es más que sorprendente. Me encanta la canción pero no sé muy bien cómo mi querido Morfeo me llevó a ella. Es de los noventa, plena efervescencia brit pop, The Verve tuvo su aparición fugaz con un disco magnífico, Urban Hymns. Me lo compré, ahí lo tengo, disco magnífico, con un gran puñado de buenas canciones…y hoy me levanté con un sueño a medio recordar en el que “The Drugs Don’t Work” aparecía de manera estelar.

No tenía más opciones que ponerme el disco, cuando tu mente te lleva por ciertos caminos es fascinante intentar volver a recorrerlos en tu estadio de vigilia.

El disco en general tiene, como apuntaba, unas cuantas canciones maravillosas para los que somos fanáticos de las melodías británicas. Distintas a las americanas. Maravillosas ambas, pero con un toque elegante procedente vete tú a saber si de Cromwell o del odio a Cromwell, que da un envoltorio especial a las canciones. Son caramelos, pero distintos en el sabor y en el envase.

Richard Ashcroft me ha parecido siempre un tipo que ha intentado ser el máximo y se ha quedado en una discreta categoría de culto sin llegar al reconocimiento universal. Para mí nunca ha dado tanto como dio en este Urban Hymns, si bien siempre se ha manejado en universos de calidad similares pero con menor impacto que cuando estaba en el quinteto de Wigan. Canciones como Lucky Man, Bitter Sweet Symphony (con su controversia con Jagger y Richards), Sonnet…conceden un pedestal al disco dentro de lo que fue la avalancha inglesa de los noventa.

Y si escuchando The Drugs Don't Work no te entran ganas de llorar de tristeza, de alegría, de emoción, de amor a la belleza, de estupidez, de algo que no sabes que explicar, de llorar, sin más, con lágrimas que te salen cuando no lo esperas...si no te pasa nunca que escuchas esta canción, entonces, no deberías escuchar música, te sobra en tu vida.

Y ahora no sé muy bien qué más decir, sigo leyendo blogs, sigo estando en silencio y hoy tocaba escribir. Recuerdo el concierto de hace más de una semana, creo que debemos seguir tocando. Creo que las tortuosas vías del entendimiento son eso, tortuosas.

Caminos sin retorno que retorno para volver
Cuñados que la gracia de Dios hizo gilipollas
Perseverancia en la letra de la canción angosta
El momento para verte sonreir al final del andén
Así son los días que suceden con eterno desdén
Así son por ser con libros que aparto en una coda
De un baile que descalza y en Japón devoras
Como si el baile fuese parte del The End.

Besos desde el momento que te fuiste
Abrazos inciertos por el asunto de Mr. Velvet
Mi mirada se confunde en una mueca triste
Y tu reíste con movimientos de tu baile inerte
Sujetada a tu bañera con el tanga en ristre
Y el salón vaciándose de invitados tras no verte.



lunes, 13 de marzo de 2017

Escucha, gilipollas, escucha. Y reflexiona, aunque siendo gilipollas no lo harás.



La realidad es muy jodida, tanto que se me olvidan los versos y los títulos que no debería olvidar. La realidad se alimenta de sufrimiento, de mierdas de hiatos, de gilipolleces, de un mar de los sargazos sin sargas ni lamentos, de una cantidad inmensa de detritus. Pero es la realidad, es la puta realdad. Lo otro es algo que a una prole de gilipollas les gustaría, pero no es real, es una fantasía plagada de basura que mucha gente alimenta con su propio desperdicio.

Good morning, good morning. No se puede encontrar esta canción de The Beatles en youtube, hay versiones varias, pero no la del disco. En rebeldía, mierda de rebeldía la mía, pongo la mejor canción del año 1966 Strawberry Fields...porque hay veces que no sé si estoy arriba o abajo, porque nadie sube a mi arbolo y si alguien sube es el menos adecuado, porque lloro debido a que nada es real. Dejame que te lleve...


domingo, 12 de marzo de 2017

¡¡¡Concierto!!!




Tener amigos mola, si además están en una banda de rock, mola más, si además tú formas parte de esa banda ya es la hostia.

Después de 7 años nos volvimos a subir a un escenario. Con una semana de preparar y ultimar detalles, con peleas y tensiones de última hora.  Con risas e ilusión. Con un poco de evasión rutinaria por el quehacer de todos los días en el trabajo y en casa llegó el viernes donde The Reflectors presentaban  “It’s always the same when we play on a boat” en la Sala El Perro.

Tickets agotados, sold out…increíble. Se acercaba la hora y empecé a estar nervioso sin saber muy bien por qué no lo había estado apenas en los días anteriores. Nos subimos y comenzó todo. El local tiene una estética envidiable, recordando a la mítica Cavern de Liverpool…ni una baldosa libre, la gente volcada.

Ahora queda la sensación de que lo hicimos y las ganas de repetir.


The Reflectors…we are on the road again!

jueves, 9 de marzo de 2017

Letras fantasiosas...letras de refresco con apenas sabor



In the wee small hours. Leo que es un gran disco de Sinatra, no lo tengo, entro en amazon, lo añado a la cesta. Así va el tema. Joder...¿cómo es posible que no lo tuviera?

Escucho la canción que da título al álbum y me sorprende que me hubiera pasado tan desapercibida hasta ahora, me pongo a leer sobre ella. Curioso, fue grabada por primera vez por Sinatra en dicho álbum, se la enseñaron los compositores David Mann y Bob Hilliard y enseguida el gran “blue eyes” decidió que estaría en su siguiente disco.

La letra es preciosa, de esas letras de otoño total, melancólica, triste, abúlica… y los arreglos de Nelson Riddle creo que van perfectos. La melodía me parece algo anodina, pero está perfectamente conducida por la voz sublime del de Hoboken.

Y así pasan los días, con unos minutos de descanso para escribir algo en este blog superficial, en mis días de contemplación de la atmósfera mentirosa que rodea el ambiente de cualquier lugar de trabajo. Así pasan las cosas y esta noche estás bailando descalza mientras un par de gintonics sobrevuelan la ciudad hacia una terraza escondida en el deseo de tu fantasía. Un tipo dirige una orquesta y el puto smoking me queda pequeño. Los zapatos me gustan, y decido fumar una pipa mientras me escondo por la prohibición. Alguien llega y me comenta que a las horas en que el local pone estándards de los años 40 siempre se permite fumar. Agradecido continúo con mi pipa y veo pasar a mi lado a David Niven de la mano de Shirley McClaine. Al fondo Sinatra canta “the way you look tonight”, y el gin tonic está delicioso.

Las pequeñas horas de la mañana serán las que acaricien la imaginación sin que esté la chica que bailaba descalza a mi lado. Debe ser que lo correcto es compañero de lo recto, y la cama parece de una rectitud ancestral. Lo recto y lo que viene en el lado que no ves, los poemas de penas y las penas que son culpables de un vino majestuoso que bebimos en copas de diseño imposible. Dalí te llama y tú sales corriendo. Normal, la última vez te dibujó saliendo de un falo elefantiásico. Yo me quedo flirteando con el tocadiscos.



miércoles, 8 de marzo de 2017

¿Pero quién cojones es Longfellow señor Barman?

Que alguien hable de Longfellow es algo que me deja con los ojos como platos. Me sonaba ese apellido pero no tenía ni idea de lo que hacía…podría haber sido el inventor del foxtrot, de una apertura imaginativa de ajedrez o de un cóctel exótico. Solamente me sonaba…y me sonaba bien, sin tener ni puta idea.

Los nombres me golpean porque cuando no tienen mucho más que hacer toman esa costumbre. Sentirse golpeado por sustantivos tiene tanta enjundia y sentido como si me sentara a charlar del imperativo categórico kantiano con un perro…claro que posiblemente el perro supiera más que yo de semejante materia. Pese a todo, los nombres me golpean y las palabras me fascinan. Me encanta el ir de flor en flor buscando palabras o significados. Me encantan unas manos de una vestal teñidas de púrpura con su cuerpo adornado de figuras de contornos antiguos, pinturas de pictos, motivos de Caledonia con Robert Howard escribiendo el hilo de la historia. Vestales romanas en Britania dispuestas a ser mancilladas por una conversación de twiter en su teléfono móvil 4G. ¡Qué maravilla de transgresión!, me imagino al bueno de Claudio tras conquistar la isla blanca escribiendo un fax al futuro en el cual describiese al bardo de Upon Avon lo bárbaro que es el día a día en esa tierra.
Creo que las vestales dejarían de serlo si hablaran por móvil…o también si se las follara un minotauro, esto también. Que un minotauro se pone y mancilla a la vestal y a todos sus antepasados de una sentada.

Los cursos de crecimiento personal son tan verdaderos como las noticias de Orwell en 1984.

Los días pasan y empiezo a pensar que echo de menos a Ella Fitzgerald.


martes, 7 de marzo de 2017

Canciones...


Hay canciones que, no sé por qué, me recuerdan la era del jazz. Una de ellas es “every time we say goodbye” en su versión de Ella Fitzgerald. La realidad es que es bastante posterior a los años 20, en concreto es del 44, pero hay varios factores que me hacen asociarla con los locos 20, las flapper, la intelectualidad o las vanguardias.

Uno de ellos es que fue escrita por Cole Porter y fue uno de los abanderados americanos durante esos años en que los tipos adinerados del otro lado del atlántico deambulaban por Paris de fiesta en fiesta. De ahí a la asociación con Scott Fitzgerald va un paso apenas discernible de la continuidad que dirige mis pensamientos por estos caminos donde una cosa te lleva a la otra. Y pensar en Fiztgerald siempre me lleva a la era del Jazz, sus cuentos de la era del jazz.

La versión de Ella (la otra Fitzgerald de este texto) me parece sublime, melancólica, y con la belleza y perfección que esta señora imponía de manera rotunda en cada una de sus interpretaciones, más aún en los discos de Norman Granz, al que me imagino como un obseso de la perfección.

La canción es sencillamente maravillosa, como mucho de lo que salía de la cabeza del genio de Cole Porter. Y siendo una letra de amor, quizás cursi, no deja de esconder la fuerza que el amor puede tener en una personalidad tan arrolladora como la del músico americano. Protagonista de escándalos y líder de una forma de entender la vida donde la elegancia se unía a cierta provocación dentro de un orden y plagada de inteligencia. Todo ello no exento de un hedonismo financiado por el auge, admiración y el éxito que le rodeaba.

La canción es maravillosa y siempre piensas con ella que la belleza puede unirse al dolor de la lejanía de quien te hace sentir la primavera.. Las preguntas luego serían relacionadas con una racionalidad para averiguar quién te enseña la primavera. SI te haces esas preguntas, mejor no escuches la canción, mejor espera a simplemente sentir ese pellizco de tristeza mientras sonríes disfrutando de tan preciosa melodía.


Me gustan las historias de flapper…pero sería complicado que una flapper lo fuera perennemente, es más fácil pensar en otras realidades.

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...