Cansado de no escribir, y cansado de escribir lo que escribía, veo que no hay grandes opciones en las que moverse... veo que no soy más que lo no era y apenas puedo ser lo que ya he sido. No soy más que alguien al que “de todas formas” le irán igual las cosas que como hasta ahora. Sin más ni menos que lo habitual, hagas lo que hagas, de todas formas, porque aunque me ames y me dejes amarte y estés segura de que yo te amaré de todas las maneras, todo será igual...
Y pongo canciones y las quito, y le doy vueltas a no sé muy bien qué, y busco letras que combinar en frases que me lleven a un estado de tranquilidad... pero no es así porque en realidad me llevan a desbrozar un panorama de insatisfacciones que no tienen ni pies ni cabeza, mundos permeables al exterior desapacible, amarres de una melancolía sin el asidero donde poder anudar la maltrecha cotidianidad que me abruma. Esa cotidiandad que me martiriza en un viaje de ida y vuelta al pie del monte Caúcaso para contemplar a Prometeo.
No entiendo ni siquiera estas palabras...