Solamente quedan los minutos en el reloj de arena que
consume los días de tu paraíso. Tu paraíso queda consumido por desilusión y ese
reloj ya sólo marca minutos, ni una hora...mucho menos un día.
Solamente quedan las destrezas olvidadas en el tiempo,
aquellos malabares que tanto y tanto te gustaba mostrarme.
Solamente queda la barra de un bar desconocido y escondido
donde me contabas cuanto querías esconderte.
Solamente quedan unas cuantas migas de lamentos, un porrón
de lágrimas sin sal y un buen montón de inviernos encendidos por el deseo. Y
todo eso mezclado solo es el hollín de tus miserias, la flor de mis tristezas.
Solamente quedan caballos árabes donde cabalgabas hace tanto
tiempo que ya se te ha olvidado el viento contra tu cara mientras trotabas en
pos de un sueño que nunca dormiste.
Solamente quedan los números para contar porque ya no tienes
historias que contar.
Solamente realidades, mundanas, rutinas, sin magia,
directas, aburridas, toscas, poco interesantes.
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