Vivimos en el error constante de pensar que nuestro
pensamiento no está sometido al error del pensamiento ajeno. Pensamos que
nosotros somos infalibles y terminamos pensando que el de enfrente es un pobre
imbécil que o bien es un hijodeputa a exterminar o bien es un idiota al que
ayudar. Ambas ideas son erróneas, son el producto de una realidad inversa, la
de pensar que si haces algo bien es porque eres mejor que el “otro” y por tanto
estás dotado de un talento especial. Eso es lo inverso de lo real, partiendo de
un hecho cierto como pueda ser una acertada descripción de la realidad, deduces
inversamente que eres tú el que determina lo que es la realidad y solo tú
puedes hacerlo. Tú y aquellos que tú decides que están en tu élite.
De ahí a empezar a hacer presentaciones en powerpoint ya
solo hay un pequeño paso. Es el momento, cuando das el paso de tu primer ppt
iluminado, cuando ya te conviertes en un perfecto estúpido. En ese instante
tienes los dos caminos descritos, convertirte en un Hitler en potencia que
tiene que sobrellevar al gilipollas de enfrente –si puedes exterminarlo serías
feliz- o bien te crees una madre Teresa de Calcuta que tiene que enseñar el
bien el de enfrente que es un muerto de hambre intelectual. La realidad, la que
no es inversa, es que el gilipollas es el que adquiere esa conciencia.
Los powerpoint se convierten en el arma de estos pazguatos
de mente, son unos dictadores de salón, que se cagan en salones grandes y que a
sus guardias de corp o bien les intimidan con sendas demostraciones de tiranía
o bien les predican el bien de la obediencia como parte de la adoración de su supremacía.
Y luego les pedirán que hagan un powerpoint. Estarán miles de horas haciendo
powerpoint, sin ver Julio Cesar, sin leer a Cocteau, sin apreciar a Sargent,
sin escuchar a Zimmermman ni conocer a Holden Cauldfield. Pero tendrán mil
transparencias...o slides que suena muy bien. Con miles de slides podrás proponer tu visión del mundo, exigirás a los de abajo que piensen igual y a los de arriba les darás las respuesta que quieren oir. Ese es el camino de la realidad inversa. Ese el el mundo donde vivimos con personas que han olvidado que las herramientas son para ayudar y no un objetivo, el mundo donde el simple se convierte en el que decide las pautas, el mundo donde la crítica es un lujo que no te puedes permitir.
Vivimos en la realidad inversa, donde el patán es el líder y
el dinero decide qué patán tiene que poner para que se crea que es mejor que
nadie cuando en realidad es el más manejado.
A veces los patanes se vuelven brutos e invaden
Polonia...otras veces son protagonistas de libros maravillosos como El
Americano Impasible (o tranquilo).
Esto es lo que nos rodea. Y no veo que nadie quiera salir
del recinto.