Yo debo ser imbécil, o no...tampoco hay muchas más opciones.
Estoy escuchando a Los Mitos, es muy fácil si lo intentas. A ver, a mí la letra
me parece naif, pero la canción me parece sinceramente buena, muy sesentera,
pero bueno, es lo que pasaba en los sesenta, en los sesenta ser sesentero era
de lo más normal.
Luego suena solo tú, me cago en todo, qué más da el mundo
entero si el amor es nuestro amigo más sincero. Me parto y me quedo alucinado.
Eso, y el oboe eléctrico que se marca el colega. Y yo crecí con esa canción,
esta es malilla, a diferencia del “es muy fácil” de Los Mitos.
Y esto a qué viene, pues ni puta idea, pero ahora recuerdo
que un viernes de pasión descubrí a la Velvet Underground con el disco del
plátano y lo combiné con el Harvest de Neil Young. Esa viernes de pasión queda
en mi memoria, y creo que también en la de algún amigo.
El disco del plátano...Heroin, me dejó jodido el día que la
escuché, pero claro, escucharla en el contexto de todo el disco resulta como un
atenuante, o como algo que puedes soportar de otra forma. Creo que descubrí
otro tipo de música después de la Velvet, siempre he pensado que los Pixies han
sido la Velvet de los 80...finales de los 80.
Pero ahí andamos con mil millones de instancias que firmar,
con siete grados de torturas cada mañana, con los besos del que no sabes ni
conoces. Ahí andamos, con los fantasmas del ayer y los deseos del futuro.
Ahí...
Pero no sé dónde estamos, quizás mil putas puedan alumbrar
cada paso que damos, quizás el universo se vista de azul y rosa sólo porque
queremos verlo en otro momento, quizás el día no es un instante de luz, quizás
solo pasamos sin pensar qué es el pasar.
Quizás...muchos quizás, ¿no?
O no tantos. No todo es objeto de duda, no para mí.
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