Ya he hablado de ella, de la canción, de la versión…de lo salvaje que es el viento. Yo no
lo sé, pero sé que lo salvaje se esconde en esquinas tranquilas, que te
sorprende en parajes remotos, que la tranquilidad no quiere a lo salvaje.
No conozco el viento, no me gusta sufrirlo, es enemigo de la
lluvia y la lluvia me hace sentir bien, amo la lluvia y odio el viento con lluvia
porque impide que las manos, los dedos, la seda de la lluvia acaricie mis
mejillas. El viento es así de traicionero. No sabes que tu vida es…
Y si me tocas como el viento…vete. No quiero, no quiero
sentir dedos fríos, no quiero tener que desear una manta invernal, no quiero
que mis lágrimas rieguen mis días. No sabes que tu vida es…
Como si nada fuera cierto, como si todo fuera una partida de
ajedrez que no sé jugar ni juzgar. No soy tan salvaje como el viento, no soy
nadie que pueda jugar partidas en blanco y negro,…ni en color.
No soy salvaje, no sé jugar en la sabana, no soy alguien que
corre. No soy…
Fue..., fui…hace años, unas manos que no fueron, un conjunto
teñido de Shakespeare y de poesía renacentista inglesa. Eso fue, eso quedó, eso
garved my wall en palabras de un fab four. Y nadie entiende nada…ni siquiera yo.
Y no había impaciencia, no había un ya, y solo quería escuchar canciones.
Y desde una realidad falsa me tocaron, y escuché un sonido, verde…
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