Cuando te pasa que te pierdes y no te encuentras quizás
deberías preguntarte si sabes cuándo te perdiste. Eso te puede dar pistas. Si
resulta que tienes la percepción de que llevas perdido desde siempre entonces
probablemente no te hayas perdido. Siempre lo estuviste, no hubo un momento
concreto. Naciste en el laberinto, no entraste en él, creciste entre paredes
con esquinas que se doblaban una y otra vez para llevarte a los mismos
pasillos.
Andas por los pasillos día tras día para reflexionar de vez
en cuando. Reflexionas porque poco más puedes hacer en un laberinto, eso o
intentar cavar un agujero de dudoso éxito. Tus reflexiones te suelen llevar a
la frustración del camino perdido. Pero esa frustración obedece a los panfletos
que un avión esparce continuamente y que llegan a tu habitación cretense. Folletos
donde te cuentan que la vida es felicidad y que debes encontrarla. Que las
sonrisas son algo fácil y que el camino del enriquecimiento personal es un
camino a seguir.
Kikeyeso… eso es el enriquecimiento. Una parodia de lo que
nos pasa. El único real es el monetario y el interior es algo que cae más del
lado de lo que tú quieras construir…para eso necesitas esos cimientos que los
que hablan de esa palabra no tienen ni puta idea de lo que son.
El poder es un lago donde los cisnes son tus esbirros.
Paredes largas que se doblan y más paredes largas…al final
está la ventanilla.
Doblarte en dos para reproducir un canto de sirena y luego
salir al terreno.
Las palabras del amor son el escrutinio de los resultados
electorales de tus necesidades.
Si te gusta un helado y la vainilla no te preocupes. Aquí tienes sirope de fresa.
Bailar con botos Valverde del Camino mientras el cascanueces asa castañas.
Amor mío, arrima las chuletas al sarmiento...que el espeto te lo dejo en la playa.
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