El mundo con colores se torna en blanco y negro, claro que
sí. Es lo que mola, eso y mil monos vigilando. Un momento que susurra en tu oído,
voces en la noche, albergando la oportunidad de que tú les digas ¡saltad!,
Saltad, hijos deputa, saltad, Destrozadlo todo, mis cuadros
y mis pinturas. Saltad, morded, no quiero ver nada que sobreviva a este horrar.
Y el horror sigue abajo, fuera, detrás del muro de la iglesia,
ahí sigue ese lamento azul, esperando.
Y esperando…
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