No hay un mundo paralelo, es simplemente que el universo te
ríe por la mañana y a la noche, cuando crees que la sonrisa te espera, te
llueve encima un montón de estiércol que huele a lo podrido de tus esperanzas.
Enajenarse es contemplarte cuando amas y analizar por qué y
cuánto tiempo estarás así. En ese momento dejas de amar, te vuelves un ser
consciente y se va todo a tomar por culo.
Las caricias de tus manos es una frase tan torpe y cursi,
una alternativa sería pensar en la caricia de tu sexo. Ambas son dignas de una
canción, una de bolero insulso caribeño y la otra de reguetón salvaje
veinteañero.
Los vientos del desierto no eran tifones, el tifón nunca me
interesó más que por consumir parte de mis días analizando sus derivas. Sin embargo,
el desierto me interesó en cuanto me coronaste tu monarca. Ahora odio una república
que me es impuesta.
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