Un cadáver te habla al final de la calle, te habla y ríe en
bromas que apenas ambos entendéis, te habla de su novia y de la que quería que
hubiera sido su amante, cuyo nombre era Tom y el de su mujer Mary. Un cadáver
te habla y te dice que es gay, que ama a los hombre y tú no puedes entender lo
que ocurre a tu alrededor, solamente ves la nieve a tu alrededor y a
un zombi hablando de su mujer y de su amante no relevado. Y no quieres
entender anda porque tu cabeza comienza a entrar en un estado de ebullición
donde los carteles de todo el parque comienzan a arder sin que tú entiendas
nada.
El cadáver habla de que Ohio no se acuerda de él, de pronto
se acerca otro transeúnte con un par de billetes de cinco centavos, diez en
total el muy cutre, y se los ofrece. El zombi sonríe en principio y
posteriormente desencaja la mandíbula y devora de un único bocado la cabeza del
que ofrecía una miseria de dinero ante un prodigio de la humanidad.
¿Son humanos los zombis o son zombis los humanos?
Hoy me he dado cuenta de que realmente los humanos son
zombis, vivimos en una anestesia general programada desde un cuarto de mala
muerte donde el doctor Fernández y un tipo rubio nórdico sin pajolera idea de
Bill Evans decidieron llevarnos a una muerte en vida. “No pensad más que en
corrupción, política, el vecino, lo duro del veraneo, el colega que te putea en
el curro… y luego echaos a dormir, en el sueño aparecerá vuestra felicidad”
La putada es que ahora todo el mundo es anestesista y los
que se encargan de nuestra felicidad andan por otros planetas intercambiando
fichas por minutos.
¿Y dónde queda el amor en todo esto?
En tus deseos amor mío, solamente en tus deseos.
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