Las olas no se movían
estaban quietas
un fulgor resplandecía
en lontananza.
Quieto el mar, desde tu ausencia
deshaciendo la madeja
de temblar por displicencia
o sentir tu remembranza.
El mar...parado, quizá piensa
en modo asceta
sin un desierto fuera ciencia
que resuelva su tristeza
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