por tu muro de vocablos helados.
Prueba a enseñarme tu jardín sin hielo,
ese sin delicias burdas, ese sin fados
ese sin palabras de estraperlo.
Enséñame tu jardín de versos rafaelistas
aquel de pinturas lorquianas
el de luces de Caravaggio
y sombras de Maquiavelo
Prueba a ver si te escribo,
que el duende de la noche espera
y descubrirá nuestras ansias
de sexo inextricable
en la noche de tus juncos,
en mis noches de desvelo.
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