Buscando la otra cara de la moneda
encontré un canto sin sentido
susurrando en mis oídos
que no había verdades ni certezas.
Navegando en el barco de tu vera
encontré unos besos sin destino
que rehuían de todo lo mohíno
y no pude retenerlos en tus telas.
Recorriendo siete partes de tu estela
me llamaron loco por tanta apuesta sin tino
apestado, recurrente, idiota, cansino,
ignorando en su soberbia que buscaba tus caderas.
No había magia, había música en los rincones del desierto que no barrí, había una música de rock and roll, varios caramelos de colores musicales, un bardo y una persona que bailaba susurrando tu nombre una y otra vez. Más tarde apareció la magia mientras todos seguíamos esperándote y tu mayordomo nos insistía que creyéramos en la magia. Pero tú seguías sin aparecer...y todos giraban sus caras esperando que la primavera apareciera a las primeras de cambio. Pero el tiempo estaba en el reloj que se albergaba en otro palacio, en el pantano de los propósitos donde tus ideas nadaban entre historias de universos con estaciones donde había tiempo para todo.
Dame un minuto, tengo que vestirme para ir a la fiesta donde nadie nos espera...
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