Hoy, después de muchos días, contados en años más de uno,
hoy, sepulté el pasado en forma de botella de vino. Hoy decidí que tenía que
terminar de beberme aquellos días tan inciertos. Hoy después de bardos y musas,
después de esdrújulas y de versos, de lamentos y sordera, de días y días y días
de llantos sin entender el devenir diario, después de perdones no perdonados y
de islas no desiertas porque había puertas rogadas, hoy, tras el día a día que
nos sepulta decidí que era momento de guardar una botella vacía y para ello
había que vaciarla.
Y para sellarlo había que escribirlo, y me pongo a Billie
Holiday para que me acompañe. Podía tener mil compañías distintas, podían ser
Kings of Lion, o Placebo, o Blur…pero tocó Billie…la grande.
Y llevo mucho sin escribir porque mis palabras están
ausentes, buscando otros momentos o simplemente dormidas por cansancio o quien
sabe porqué. Y ahora escribo porque es lo que sale, pero sé que lo que sale no
tiene suficiente peso como para mirarlo con cierto orgullo, más bien es un
retazo de letras juntas que se componen como si fueran algo y, en el fondo, son
muy poco.
Ahora mi rutina es más rutina, pero tengo la música. Algo es
algo.
Hoy me tomé el pasado en una copa, y fue una sensación
extraña. Apenas era consciente de lo que hacía, pero tenía la sensación de que
tenía que hacerlo. Lo importante quizás haya sido que no he sublimado el
momento. Y eso me parece que está bien.
Hoy el día es caluroso, pero menos que otros. Hoy el aire susurra
palabras extrañas, en lenguas no conocidas. Hoy es lunes y, si todo va como
hasta ahora, mañana será martes. Parecerá algo normal y corriente pero, en
serio, es un hecho excepcional. Apenas lleva dos mil años siendo así…
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