sábado, 25 de agosto de 2012

Noche y día


El día y la noche suelen ir de la mano en el paso del tiempo. A veces hay noches que parecen días y viceversa, es por el aroma del viento. Te hace pensar que el tiempo transcurre al revés, pero solo es el aroma del viento, que va más rápido que tus sensaciones y en las noches te trae aromas de mañanas ya empezadas o por las mañana te sugiere brisas de noches ya conclusas.

 
El día y la noche no son solamente motivos de luz, también de ánimos, de esperanzas o de partidas por jugar. De debates internos, de apuestas irresolubles unas, otras extrañas, otras sinsentido. El día y la noche se pelean en competiciones de melancolía, donde siempre gana la noche, o en peleas de esperanza donde el día resulta vencedor.

El día y la noche se enfrentan y se aman porque es así, desde que se vieron en un crepúsculo temprano, desde que besaron su piel sin los labios, desde que la luna abrazó al sol y este se dejó abrazar, así es. Y día tras día, noche tras noche, se aman sin saberlo a la vez, sin coincidir en el momento del amor, sin poder tocarse las yemas de sus dedos, sin poder abrazar la oscuridad con la luz. Día y noche, noche y día…así deambulan sin hablarse más que de forma circunstancial y sin que la noche pueda saber porqué es así. Porque el día, siempre, piensa que hace lo correcto, arrinconar a la luna en el destierro del olvido, porque para algo el día es bello y la noche melancólica.
De esto ya hablaba Cole Porter...y yo soy un mero aficionado sin clase ni estilo.

 

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