Total, que mi mochila de personalidad estaba repleta de influencias familiares, para un psicoanalista sería como abrir un regalo de navidad lleno de complejos infantiles, atávicos y, por supuesto, sexuales. Así iba yo por el mundo, sintiéndome superior sin serlo, sintiéndome inferior sin serlo, con una ironía malentendida por mis congéneres, o hasta por mí, con una soltería mal llevada y un deseo de libertad con grilletes difícilmente asumible por cualquier persona normal. Ese era, ese soy yo, un perfecto imbécil a punto de recibir un galardón, esperando en el pasillo de los premiados, vestido con la camiseta de la selección jamaicana de curling y furmando un puro habano confeccionado en las Alpujarras. Un desastre.
miércoles, 19 de octubre de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los años
Los años Nos caen los años… y que nos caigan pues duele más el hecho de que no caigan pese a nuestra impostura de viejo huraño. Du...
-
Se me ha ocurrido hoy algo rápido, por la mañana, nada más levantarme, acompañado por la lluvia que cae en Madrid estos días... Lluvia Llu...
-
No son horas de estar despierto, Ni e escribir nada de nada. No son horas, al fin y al cabo. Y aquí me ando escribiendo lo estúpido que e...
-
Ciertamente es un horror caminar con arañas entre los deseos. Arañas que van capturando en sus redes cada anhelo y lo envuelven en te...
No hay comentarios:
Publicar un comentario