No hay nada cercano a mí que yo sea capaz de atisbar que importe en tus días, por otro lado en los míos no
hay nada que desaparezca completamente, no hay nada que se desvanezca cuando
aparece la mañana. Claramente se muestran los fantasmas y los dragones con los
que luché ayer y volveré a luchar hoy. Es una rutina de cada mañana, el bucle
con el que me levanto y que voy agotando según avanzan las horas del día. Da
igual que sea festivo o que llueva, que esté en Japón o que vaya en bermudas,
todos los días tengo varios dragones a los que sobrevivir porque sé,
fehacientemente, que no derrotaré a ninguno de ellos.
Este día de la marmota de día en día, de estación en
estación, a veces se ha visto interrumpido, pero empieza a resultar complicado
el creer en esas interrupciones. ¿Qué ocurre cuando desaparecen las
interrupciones? ¿qué pasa conmigo? sin coraza, liberado pero con la terna de bichos
escupellamas cerca de mí no sé cómo ni a dónde moverme. Sin
protección, sin forma de cubrir mis brazos, quemándose con una mezcla de azufre
y saliva en llamas. Y sin saber cómo evitarlo salvo el esperar a la noche,
momento en el que los dragones deciden irse a dormir a eso de las diez, no más de las once, de la
noche con la esperanza y la certeza de que mañana el juego se repetirá. Pero yo no juego…ellos
parece que sí.
Tengo la sensación de que hay alguien sentado en una grada contemplando el espectáculo de sufrimiento con el que voy torciendo el gesto cada jornada, alguien que anda comiendo
palomitas mientras observa como voy destrozándome y mis despojos son
baqueteados por una lluvia helada. Y la palomitas se van cayendo de la bolsa
mientras de manera obscena el observador sonríe y come otra palomita, otra palomita, una tras
otra, mientras los dragones también ríen. Y no sé salir…y a veces parece que
echo de menos que los dragones no aparezcan antes cada mañana.
Me han dicho en el pabellón de los tarados emocionales que padezco Síndrome de Estocolmo, y la definición me
parece más que adecuada, y no precisamente por el síndrome. Es curioso, hay
días que te encuentras canciones olvidadas que tienen la magia de describir
ciertas situaciones. Y es complicado encontrar una canción mejor que ésta para
este momento.
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