Cuando te das por vencido ante ti mismo puede que esté sin
gracia. Cuando nada hay que te muestre el camino porque las huellas se borraron
bajo un viento brutal, puede que estés sin gracia. Cuando el sol golpea las
gotas de lluvia que te hacían sonreír y las evapora en una melodía de
sacrificio ancestral, puede que estés sin gracia. Cuando las manos que no
cogiste más que unos minutos se confunden con una ensoñación de dudas acerca de si
existieron, puede que estés sin gracia. Cuando el laberinto cierra sus puertas
y deja dentro tu alma con heridas que solo pueden restañar los labios de quien
está fuera, puede que estés sin gracia.
Sin gracia, ¿gracioso? quizá, pero sin estar en estado de
gracia. Pecador de los minutos las horas y los días. Sin gracia para observar
las huellas en el desierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario