Mr. Hot era un tipo duro, sin cortapisas, era mejor no
cruzarse en su camino. Mr. Hot era típico tío con el que era mejor llevarse
bien. Ese era Mr. Hot. Un mandamás, un tiburón. Pero a los ojos de Mr. Weak era
un tipo sin sustancia. Mr. Weak veía a Mr. Hot como un pastiche de arquetipos,
una mezcla de todos los tópicos que tiene que aunar el supuesto líder. Pero Mr.
Hot no era un líder, no bajo los ojos de Mr. Weak que le veía más como un trepa
que como un personaje de tomo y lomo.
El mundo de los débiles y los fuertes, el de los que apoyan
la cabeza en otro hombro o el de los que exhiben su miembro como demostración
de lo que pretenden. El mundo es raro, pero poco reflexivo.
Me encuentro con gente que, como no reflexiona, coge las
reflexiones de otros, además coge las de otros muy, pero que muy, tontos y
simplotes, gente como Bucay o Coelho con mentes débiles sin formación real,
tipos llorosos no por sensibilidad sino por incapacidad, tipos que escriben
consejos con el lujo y la prepotencia del que se cree en un estado superior de
la humanidad. Y lo peor es que hay gente que se los traga y los toma como
ejemplos. Prefiero mil veces a alguien que ha llegado a una conclusión, aunque
sea errónea, por sí mismo que a todos los esclavos de modas y redes sociales y
bienpensismo que hacen lo que dicen que está bien y, lo que es peor, piensan lo
que dicen que hay que pensar.
Mr. Hot llegará más lejos que Mr. Weak por una sencilla
razón, en este mundo los tipos imbéciles siempre llegan más lejos.
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