sábado, 28 de diciembre de 2024

Felicitaciones de Navidad

 

Tengo un amigo, o eso creo, que me ha respondido a mi felicitación de Navidad de una manera un tanto inesperada y, hasta diría yo, extraña. Un tranquilo y sincero mensaje deseando uan buena noche en compañía de los suyos me llega respondido con una alusión a Ayuso y a que si va diciendo que nos la roban… ¿alguien entiende algo? Yo personalmente no. Y me sorprende que entre amigos salga sin venir a cuento, de manera innecesaria, y con un afán extraño de protagonismo graciosete, el tema de la política. A mí ni la señora Ayuso ni el señor Sánchez se me cuelan en un mensaje deseando felicidad a un amigo. Me parecen unos intrusos, simplemente mentarlos ya sea para bien, o para mal, es algo que me suena a posible frentismo –nunca sabemos qué pensamientos tiene la otra persona- y a cuñadismo de manual. Claro que , qué mejor época que la Navidad para ejercer el cuñadismo, tal y como nos relata Balmes en su “Villancico para mi cuñado Fernando”.

No entiendo que se nos meta la política –por seguir usando ese vocablo, que a mí me parece denigrado a tenor de quienes se dice que la ejercen-, en todo lo que nos rodea. Y menos aún cuando el enfrentamiento y la fractura social empieza a ser tan evidente y provoca tanta discordia. Pues bien, el ciudadano en vez de “bajar el souflé” lo que hace es seguir los derroteros y la senda de borreguismo que le marcan desde el poder –uno u otro, rojos o azules- para reivindicar su equipo y desautorizar al rival. El rival…ese es el problema, estamos ya con la política igual que con los equipos de fútbol…y ni una cosa es política ni la otra deporte. La batalla constante en que nos desenvolvemos entre el ciudadano medio es provocada y alentada por unos señores que albergan la esperanza de que su futuro sea eterno en su poltrona de poder, rojos o azules.

Pero así estamos, viviendo entre tontos. Ya lo decía Pérez-Reverte, es más peligroso el tonto que el malvado. ¿Por qué?, simplemente porque hay más. Y cómo bien apuntaba, 100.000 tontos con un malvado se convierten en 100.001 malvados, porque se dejan llevar. Así estamos, con la tontería constante y dejándonos llevar. Si quiero hablar a un amigo de amistad antes cuelo un mensaje político no vaya a ser que pierda la oportunidad de mostrar mi intelectualidad perfectamente instruida, manejada y alienada por aquellos que en radios, prensa, televisión y redes sociales me van diciendo lo que es bueno, lo que es malo y a quien hay que denostar –o perseguir, depende de la pereza del tonto útil de turno-.

La literatura nos puede liberar de estos yugos, o la música. Pero no tanto porque dejemos de ser tontos –que algo también hace-, sino porque nos ocupa el tiempo y dedicamos menos a seguir las soflamas del político de turno y su propaganda. Goebbels sabía mucho de esto, puso una radio en cada hogar alemán para que se tragaran el mensaje del NSDAP…y vaya si se lo tragaron.

Me da pena, y cierta desazón, ver que entre mis amigos ha llegado también el forofismo político y, por tanto, se sienten cuñados de la razón. No me lo esperaba, me ha pillado fuera de juego. Supongo que es una muestra más de lo que ocurre a nuestro alrededor. Y no hablo de que piensen que tal o cual político no les gusta, eso me parece normal y hasta podría compartir sus filias o fobias. Hablo de que no pinta nada la señora Ayuso en una felicitación de Navidad entre amigos. Tampoco pinta nada que me pongan a Trump o a Obama. Y solamente a los del Aleti de verdad les aclamaría que mencionaran algo de mi equipo –nada peor que uno de otro equipo mencionándote el tuyo por hacerse el agradable-. Pero un político…por favor, ¿¿¿mencionar un político tiene cabida para desear una feliz Navidad???

Pero si piensas que sí, pues vamos por mal camino. Entonces Goebbels ha vuelto. Y es terrorífico. Esperemos que haya menos tontos o que, simplemente, hayan tenido un momento de enajenación transitoria. Si no es así,… me viene a la cabeza que entonces tendrá más sentido que nunca la canción de Golpes Bajos “Malos tiempos para la lírica”, será momento de quemar libros. Savonarola y Goebbels van de la mano y son una pareja temible.

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