Aterrizo en este blog de cuando en cuando, como reposo donde
restañar heridas. No entiendo nada del día a día, del requerir ahora, del
exigir en el momento que quiero, entiendo las loas, las mías y las de otros,
entiendo el sonoro transcurrir de una mano sobre la piel del amado, entiendo el
lapidar, el odio, entiendo el amor mundano, el sublime, el curso de lo extraño y el saldado
por la cuenta de la esquina que pagamos en una noche de absenta sin estima. Entiendo un domingo derramado y algún jueves desquiciado, entiendo si me apuras, el otoño en tu vasija, contenido sin dejar que en madrugada entone con su canto las plañiras de un mal fado.
Aterrizo en este blog por el hoy. El ayer y el mañana se
divierten con otras frases, engañifas gramaticales o semánticas que sueltan
verborrea etérea. Soy el etéreo que parafrasea en una clase de historia antigua,
el loco de la suelta al infiel de Lepanto a los tribunales inquisitoriales, un cacique andalucista, un parterre con plantas que no se abrasan, ignífugas que arden en la noche venusiana. Soy un lunático sin trance que te lleva a otros mundos, un terror, un horror, un terrario o un herrario con un
yunque, un ciempiés con odio artropódico, una mierda, torpe blues, una furcia follando
en un tragaluz.
Aterrizo y me quedo boquiabierto mientras pienso en mi guarrez
sumergida en unas piernas beduinas bien abiertas y un formato de extraperlo que
quedose al descubierto en reuniones deslucidas entre amos y plebeyos.
No soy nada, soy un llanto por el día y una risa con espanto, no soy nada, un lamento que camina, un idiota sin descaro, un liante o un tunante, una mierda, un zurullo, una conjunción de hiel que quemó en un solar toda su estima. No soy nada por mí mismo, que sea algo perfecciona mi concepto arrabalado, mi temblor y mi autoestima, esa palabra sin seso, esa palabra inventada, no soy nada y sin ser algo me atribulo en las esquinas, me parece que mañana, podré ser en la ventisca que enarboles con tus iras, que presente tu sonrisa.
No soy nada, soy un llanto por el día y una risa con espanto, no soy nada, un lamento que camina, un idiota sin descaro, un liante o un tunante, una mierda, un zurullo, una conjunción de hiel que quemó en un solar toda su estima. No soy nada por mí mismo, que sea algo perfecciona mi concepto arrabalado, mi temblor y mi autoestima, esa palabra sin seso, esa palabra inventada, no soy nada y sin ser algo me atribulo en las esquinas, me parece que mañana, podré ser en la ventisca que enarboles con tus iras, que presente tu sonrisa.
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