Cuando das golpes en la puerta de un dormitorio donde se palpa el rugir del desprecio, los golpes son suaves, como para dejar clara la intención de no perturbas el descanso del que, adormecido, no desea tu presencia. Entras suave, dejas atrás el umbral de la habitación, entornando la puerta para que apenas se cuele un tímido resquicio de luz que no importune a quien allí dormita. Si te ve...saludas, apenas una palabra o dos, con voz suave. Si es un día señalado, felicitas con un par de frases...los versos no te los permites, las grandes palabras o los discursos de cariño, los afectos...te los guardas por el miedo a que sean tornados en afrenta sin aviso.
Y podría resultar escaso...pero uno no sabe si acertando yerras, o si errando aciertas. Yo creo que siempre yerro. Y hoy he descubierto que se puede escribir yerras o erras, yerro o erro. La RAE es maravillosa.
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