No tuve tus fuerzas,
ni la luz de la aurora,
ni el pandeo de los peces,
ni la resistencia que esperabas.
No tuve, por no tener,
ni ganas,
se me apagaron con la luz
de una, toda, misma mañana.
No tuve los arrestos
que tiene el perro de caza
persiguiendo a los conejos
hasta que despunta el alba.
No tuve los consejos
ni las manos, ni las mañas de los hombres,
no tuve ni siquiera la destreza de los versos
ni la astucia de los que viven ocultos sin nombre.
No tuve nada...y después, en el lecho, en tu cama
loca me acariciabas el alma mientras decías
"por no tener no me tienes, y las caricias
se las llevan los mantos que no abrigan tu cama".
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