Ya han pasado más de 48 horas desde que el milagro se
consumó en un estadio talismán para nuestras finales. Más de 48 horas después
de que la realidad aplastara a la ficción, porque la idea de que la copa del
Rey 2013 engrosara las vitrinas del Calderón era digna de un cuento delirante
de Philip K. Dick, una realidad virtual como el viaje marciano de “Podemos
recordarlo todo por usted” el cuento de la película Desafío Total donde
ante la imposibilidad de poder ir al planeta rojo, alguien compra recuerdos implantados
para tener la sensación de haber estado allí.
Eso queríamos todos los rojiblancos, incapaces de pensar que
la realidad nos brindara el triunfo, nos conformábamos con el recuerdo del mismo,
recordando continuamente aquella final del 92 con Schuster y Futre.Pero al
igual que en el cuento, la realidad se encargó de mostrarnos que esos recuerdos
no iban a ser falsos porque hoy sé que estuve en Marte. Sé que hemos ganado al
todopoderoso eterno rival, fábrica de fichajes archimillonarios, rodillo físico
y técnico, maquinaria de fútbol total construida por el peso del dinero.
Y al igual que en el cuento, parecía que el estamento de
presión no podía permitir que la realidad fuese la que es. Al igual que Douglas
Quail era perseguido para evitar
que fuera consciente de la realidad de su memoria, algunos de los “señores” del equipo blanco gritaban,
perseguían la realidad para que fuera eliminada, Di María pedía penaltis
inexistentes, Mourinho berreaba al cuarto árbitro y Cristiano Ronaldo, ese
personaje con caprichos de niño, comportamientos de niño, y calidad de número
uno, se desesperaba llorando y pegando patadas en la cara al humilde rival, al Douglas
Quail que de pronto se daba cuenta que los recuerdos que deseaba no estaban
siendo falsos, que no eran implantados.
Recuerdo que el viernes le dije a un amigo “esto es imposible pero...y si pasa”. Pues pasó, el
viernes la historia decidió no jugar a los dados para poner un muro ciego a las
oportunidades madridistas, porque niego que fuera suerte, aquello fue una
intervención directa del destino aconsejado por el testimonio de la historia.
Fue el destino que se vistió de juez implacable y devolvió las miserias de las
derrotas durante catorce años de derbis desiguales a un equipo henchido de
soberbia en los preliminares. Se hizo justicia ante los desaires continuos de
los de Concha Espina, mostrando la peor de sus caras, la de no admitir que el
fútbol no se creó para sus victorias sino como un juego donde cualquiera tenía
el derecho de la victoria.
Hubo jugadores que
mostraron lo que el Real Madrid no es a día de hoy, jugadores gallardos que
saben lo importante del saber perder, lo elevado del sabor de la derrota cuando
demuestras que el rival también se merece tu respeto. Ramos, Alonso y Casillas
supieron estar, quizás no sea casualidad que también sean estandartes de la
selección española, quizás no sea más que el resultado de un grupo, el de la
selección, que eliminados los egos (aquellos Raúl, Cañizares eliminados por
Luis Aragonés) fueron capaces de entender que lo importante es el grupo. Y ahí
Simeone ganó la partida, en el grupo.
Las ruedas de
prensa posteriores fueron ejemplo de lo que son ambos grupos, ambos equipos. Un
Cholo que recordó en primer lugar a la gente ignorada, a todos los trabajadores
del club, luego a sus jugadores, a los chicos que vestirían camisetas del Aleti
al día siguiente. Un Cholo que no habló de sí mismo cuando podría presumir de
sacar al club del pozo y llevarlo a 3 campeonatos en un año y medio. No, no
dijo lo grande que ha sido lo que él ha hecho sino que respondió un
“preguntádselo a los jugadores”.
Por otro lado el
gran showman, el monologuista del onanismo, el narcisista que haría palidecer
al mismísimo Narciso, se dedicó a hablar una vez más de él....pero qué más
daba. A nosotros, los atléticos, nos daba igual, teníamos nuestra décima.
El viernes tuvimos
nuestro sueño más dulce, nuestro recuerdo ahora no es implantado, ahora sabemos
que estuvimos ahí, en el planeta marciano que era ganar al Real Madrid
millonario, en su campo, con Cebolla frente a Di María, con Adrián frente a
Higuain o con Raul García frente a Arbeloa,...esos fueron nuestros cambios en
la prórroga y fue, como dijo el Cholo, porque los chavales lo pidieron.
Ahora podría
relatar a los once titulares, pero eso ya lo han hecho todos los diarios.
Yo me quedo con mi
planeta marciano, estuve allí.