martes, 1 de agosto de 2023

Desde lo inconexo

 

El día aparece sin visos de amanecer, demasiada gente se aproxima al lugar que olvidamos ayer. La tarde no se despertó y se prestó a esperar el sonido de un reloj eterno que no tenía ninguna intención de acercarse para despistar a Morfeo. Las píldoras surgían un efecto que no teníamos calculado, los desiertos explotaron antes de colocar la bomba de tu amor en el reducto adecuado. Y la música de tus proezas resonaba en las mejores emisoras que éramos capaces de sintonizar.

Y tus ojos brillaban una vez más en la oscuridad, como luces de estrellas ya apagadas, brillaban mirando hacia nuestro pasado, brillaban en la oscuridad.

Los momentos que guardábamos fueron cayendo en el olvido de tu memoria sin que fuera posible rescatarlos del pozo donde los condenaste sin remedio, sentencia que no pude revisar y que los vecinos se encargaron de apostillar con una mueca de sincero odio. Las cenas se quedaron pendientes de que la tarde despertara y las mañanas estaban sentadas en el umbral de tu puerta, mirando por un resquicio por si les tocaba aparecer en algún momento.

Y tus ojos brillaban una vez más en la oscuridad, como luces de estrellas ya apagadas, brillaban mirando hacia nuestro pasado, brillaban en la oscuridad.

 

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...