lunes, 31 de diciembre de 2018

Poetisa desconocida -espero que nadie se moleste por lo de poetisa porque como andamos gilipollas ultimamente...-.

Joder, de vez en cuando te encuentras con poemas brutales...desconocía esta escritora.

Tentativa de celos

Marina Tsvetaeva

¿Cómo te va la vida con otra?
Más fácil, ¿verdad? Golpe de remo.
¿Cuándo -¿pronto?-
por un puente seguro
se alejó de ti el recuerdo
de mí, una isla que flota?
(En el cielo, no en el agua.)
Almas. No amantes,
sino hermanas son nuestras almas.
¿Cómo te va junto a una simple mujer?
¿Sin divinidad alguna?
Tras haber derrocado a tu reina
(tú mismo privado del trono),
¿cómo vives?, ¿te preocupas?,
¿te enfadas? ¿Cómo estás al levantarte?
Con ésa que te ha atado al cuello
su tributo inmortal, el tedio, ¿cómo te va,
pobrecito mío?
«-Estoy harto de convulsiones, de dolor:
voy a agenciarme un hogar.»
¿Cómo te va con cualquiera,
a ti, que fuiste elegido por mí?
¿Es la comida más comestible?
y si te cansa, mala suerte.
¿Cómo puedes vivir con un idolillo,
tú, digno antes del Sinaí?
¿Cómo vives con ésa, tan distinta a nosotros?
¿Una extranjera, costilla de tu pecho?
¿La vergüenza, ese azote de Zeus,
aún no te ha herido la frente?
¿Cómo te va la vida? ¿Estás sano?
Y las musas, ¿te llaman aún a veces?
Y la dicha, ¿se hace ver? ¿Alguna vez?
¿Y esa llaga inmortal -la conciencia-
qué, mi pobre?
¿Cómo vives con un producto
del mercado? ¿Pesa mucho?
Tras el mármol de Carrara,
¿cómo te va con una prótesis de yeso?
Del mismo bloque tallamos a Dios,
para romperlo acto seguido.
¿Va bien una cienmilésima,
para ti, que conociste a Lilit?
¿Estás ya harto de esa mercadería novedosa?
Cansado de mi magia,
¿cómo te va con una mujer terrestre
que carece de sextos sentidos?
Venga, con franqueza, ¿son felices? ¿No?
¿Cómo se vive en un abismo
sin profundidad amor mío?
Cuesta, ¿verdad?
¿Te cuesta tanto como a mí con otro?

Feliz nochevieja...

"Feliz nochevieja, Jana" dijo Gari...y el silencio inundó, como un huracán de fluido que aletargara cualquier sensación, el lugar. Como si fuera un grito en varias octavas más agudas de las que cualquier humano había logrado antes.

Un silencio que paralizó a Gari.

Feliz nochevieja, digo de nuevo Gari, mirándose al espejo. Feliz nochevieja...

¿Demasiado en mi cabeza? - La fiesta sobre la casa del océano



Voy navegando por música británica, como siempre cuando me encuentro perdido en un océano de confusión y necesito un asidero donde poder soportar las olas de mi mente que me empujan a extraños parajes, mares que no logro dominar, sin norte ni sur. Brújulas magnetizadas hacia lo ignoto, agujas que giran en una pesadilla interna que se aparece con forma amable y que desgarra cada remoto grano de sobriedad y conciencia.

Quizá haya demasiado en mi mente, y aparecen los Kinks que ahora están compitiendo por la banda sonora de estos días junto con Travis. La elegancia de The Kinks, las letras maravillosas de Ray Davies, el storyteller que vi una noche en un teatro ataviado únicamente con una guitarra acústica para contarnos su historia de éxito y fragilidad.

Mientras suenan los kinks veo que una casa se acerca empujada por la brisa hacia mí, flotando sobre el océano, se acerca lo suficiente para que suba a su porche. Parece una casa típica del sur americano, de esas sureñas, donde hay un señor de la plantación y miles de manos esclavas cultivan unas tierras que jamás vieron sus antepasados. Me aferro a las tablillas de madera para incorporarme y llamo a la puerta.

Se abre sola y una melodía loca de fiesta y jolgorio llega a mis oídos. Pero lo que no veo por ningún lado de la casa es el libro de registro que nos indique la habitación donde podamos pasar el fin de semana de las leyendas urbanas, aquel donde las putas esperan para poder satisfacer las idas y venidas de nuestros vocablos malsonantes, bebiendo hasta bien entrada la madrugada y vestidos con colores imposibles y tomando miles de trozos de melocotón sumergidos en una sangría que apuramos en los huecos que los bailes eternos de la fiesta imposible va dejando para poder saciar nuestra sed. Y tú apareces allí, al otro lado de la casa de campo, más allá del salón, te veo salir de una puerta de un corredor y entrando en otra, con tu vestido de raso que deja entrever tus pechos mientras yo miro a mis amigos saltando y sin poder agarrar tu mano para atraerte hasta mis labios y besar tu cuerpo desnudo hasta erizar tu piel y endurecer tus pezones en un salto al vacío de sexo, amor y música.

Los dedales de chupitos corren por una barra imaginaria pero el que los sirve está tocando un acordeón comprado en los USA, con el dinero de una lotería que jamás le tocó porque estaba nadando y guardando la ropa para que nadie le pudiera recriminar nada. Le pedimos que vuelva a servir otra ronda pero no se despega de su acordeón porque quizá sea lo único que le devuelve un poco de lucidez a su cabeza perdida en la arena del desierto que le regalé la otra noche. Anda perdido y envuelto en la magia de esa arena, un saco de tu arena podría volver loco al más cuerdo de los mortales, porque es arena repleta de los deseos que no podemos confesar y eso, me dijeron, vuelve loco a cualquier humano.

Continúa la fiesta sobre la casa que navega por el océano. Y el baile se ha convertido en la única pasión que podemos disfrutar, bailando toda la noche mientras te busco para no encontrarte pues está prohibida la entrada al corredor, las habitaciones son de uso exclusivo de duquesas me dicen y "hasta donde yo veo, tú no eres una duquesa". Mis labios intentan argumentar algo pero me quedo a medias y mi cara sugiere una mueca de alguien que sabiendo lo que quiere no sabe qué hablar más que revolotear alrededor de una idea como una abeja alrededor de una flor de colores vivos y brillantes.

Algo salvaje debe andar por las habitaciones pues solamente oigo jadeos y risas por debajo del estruendo de la música que nos envuelve a todos. Y el hombre del acordeón la levanta por encima de sus hombros arrojándola contra el suelo y destrozándola en mil pedazos. Me imagino que Pete Townshend debe estar entre los invitados para reventar de semejante forma el instrumento.

Hay algo en mi mente...

Termina el año...este año...




"El espacio que queda entre dos personas es un pequeño lugar donde la confianza se entretiene jugando con la sonrisa y los deseos de ambos. Si la sonrisa es placentera y los deseos tranquilos la confianza salta de uno a otro dando paseos agradables donde la serenidad se aposenta de forma calmada."


Escribí esto hace años, era el principio de un cuento que, como tantos otros, no llegó a nada. Cuentos inacabados quizá con alguna idea interesante, alguna frase que guardar o...tal vez nada, tal vez todo es basura. Quizá no sé plasmar nada en un papel, quizá mi inconstancia me lleve a una pereza que se traduce en procrastinación, postergando cuentos, escritos, canciones, letras, melodías, ordenar mi habitación, ordenar mis libros, mis discos, terminar cuentos largos, ver películas, leer libros o, simplemente, ordenarme a mí.

Quizá el día a día se traduce en no hacer nada pues hacer implica esfuerzo, errores, toma de decisiones, y la única decisión que aparece en el panorama de la posibilidad es la de sentarme en un sofá. Por eso quizá la vía del soneto, quizá sea una forma de relativo esfuerzo para expresar mis ideas, mis torpes y fútiles ideas.

Escuchar música, en eso no tengo pereza. Y en algunas otras cosas.

Termina el año con la monstruosidad golpeando mi cabeza. Bipolares o ciclotímicos en un diván con la sonrisa de la emoción y el monstruo analizando su comportamiento. Sonrisa desértica que el deseo alimenta creciendo hasta tamaños inmanejables, repartiendo satisfacción para compartir una lectura, un beso, un desnudo y una mirada.

Empieza el año y llueve en algún lugar cubierto.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Travis y el renacimiento...



No sé si esta es mi canción favorita de Travis, si que está entre las que elegiría para guardarlas en una cajita y que no desaparecieran jamás de mi memoria. Es preciosa. Lo que no entiendo es que la ilustren con vestidos del renacimiento tal y como dice el título del vídeo...no sé yo tampoco si todos son del renacimiento pues, no hay que olvidar, que pese a que fue una explosión de conciencia del hombre fuera del yugo de pensamiento estricto de la religión, tampoco fue la revolución sexual de los sesenta. Humanismos dentro de la religión y variantes del cristianismo que se volvieron incluso más radicales que el propio catolicismo (Servet fue quemado por los protestantes de Calvino). Y es que hay que tener cuidado con las revoluciones que gritan Libertad en forma de propaganda...

Volviendo a la canción, es sencilla, maravillosa, y el vídeo le da una atmósfera de calma que es la que sugieren sus acordes, no tanto su letra pues es desde el dolor del abandonado. El dolor de cuando te abandonan y no entiendes cuantas personas puedes contener dentro de ti y a cuantas de ella ha dejado en la cuneta el amor que desaparece en la distancia, entre la niebla de una mañana de invierno, mientras aterido y paralizado por el frío no tienes ni la mínima fuerza para decir "quédate". La fuerza surge cuando ya estás al lado de una hoguera y piensas que esa noche no estará tu lecho acompañado de unos brazos blancos y suaves, de un perfume al que te acostumbraste tanto que no lo percibías pero esa noche lo echas de menos. Ni todos los hombres del rey juntos podrán hacerte sentir bien esa noche.

La secuencia de la canción es la secuencia del desamparo, sentado y clamando el recuerdo de los días que fueron perfectos, y toda la canción se envuelve por el personaje del título, el dueño del significado de las palabras, lo cual la hace más enrevesada a la hora de interpretar cada imagen, LA, Mexico, la metáfora del pegamento. Simplemente maravillosa.

Y es invierno, después de un otoño real que no recordaré como uno de los mejores.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Enfrentamientos


En este mundo en el que nos levantamos día tras día veo que hay un par de tendencias, la de la gente que se enfrenta constantemente a nada y la de que nos enfrentamos constantemente a algo. Estas dos grandes tendencias se diferencian en muchas cosas y, en lo básico, se puede observar cómo la segunda opción es más compleja pues a su vez se divide en las distintas naturalezas de ese “algo” al que nos enfrentamos. La primera, sin embargo, no va más allá.

Por fortuna para la evolución loca en la que nos encontramos la primera de las tendencias es la más abundante. Tiene que ver con la ausencia de desasosiego. Con la tranquilidad de espíritu, la anestesia vital, el adormecimiento. Así se vive mejor y hasta se evoluciona mejor porque la gente mira para otro lado si hay algo que le intranquilice, “problemas los justos”, y así pasan los días, “preocupados” por el fútbol del domingo, por el próximo asunto de la prensa rosa, por las listas de espera o por el calentamiento global. Y parecerá frívolo juntar el fútbol con el calentamiento global…pues no lo es. No digo que sean igual de importantes, digo que a la gente les preocupa lo mismo. O sea una liviana preocupación, lo justo para poder disfrutar del solomillo y pensar que todo funciona medianamente bien.

Y sobre todo, esos “problemas” que la gente dice que le resultan preocupantes, esa lista de lo que “preocupa a los ciudadanos” tan bien elaborada por una empresa consultora cuya máxima es el beneficio basado en “vender la moto”, la cuenta de resultados o el que el becario haga horas extras para sacar adelante la encuesta, esa lista es ni más ni menos que respondida por ciudadanos que necesitan de los medios para tener problemas.

Digo yo que si no hubiera noticias la gente entonces no tendría problemas. O al menos no sabría que los tenían. Porque el calentamiento global es un problema aunque no lo cuenten en el telediario…pero si lo cuentan entonces como que sí que me preocupa.

La gente del otro lado, los que nos levantamos enfrentados con algo, vivimos con la sensación de que esos “problemas” que salen en listas muy bien elaboradas y con un montón de porcentajes, gráficos de barras y anotaciones aclaratorias al margen, nos agotan poco…en realidad nos preocupan nuestro problemas. Los que surgen de nuestro enfrentamiento con ese “algo”. Y de ese enfrentamiento brotan problemas concretos, como podría ser ese calentamiento global, fruto del enfrentamiento contra la sociedad liberal consumista que tiene como consecuencia la producción masiva y por tanto la liberación excesiva de gases que contribuyen al efecto invernadero y por tanto al calentamiento global. Si no supiéramos que existe el calentamiento global tendríamos de todas formas un enfrentamiento, un problema, contra el origen de ese calentamiento, un problema fruto de nuestra observación de la realidad, sin necesidad de que nos lo diga la televisión o la radio…solo paseando y viendo como nos bombardean para comer, viajar, telefonear, regalar, gastar, gastar, gastar, consumir, consumir, consumir. Así de simple sentimos el enfrentamiento, así de simple para vivir intranquilos, la mera observación nos proporciona desazón. Así de simple.

Pero hay otros enfrentamiento más etéreos y no por ello menos dolorosos. Enfrentarse con uno mismo o con sus bosques de deseos, observar los pantanos y humedales de realidad, sufrir los desajustes de la discordancia entre la ensoñación y lo mundano. Luchas sin solución de discontinuidad que a veces parece se hayan ido, pero siempre están ahí. Esos anhelos de pensar que la felicidad está en otro lado y la certeza de que no sabes el trayecto para llegar a ese otro lado y de que nunca lo sabrás porque piensas que es un secreto el cual no estás autorizado a conocer. Y esa disfunción entre lo real y lo anhelado provoca que busques las incoherencias de lo real y apuestes por una sinceridad en lo humano, una búsqueda de verdades no contaminadas. Y es entonces cuando te das cuenta de que la mayoría de la gente son de los que se enfrentan a nada. Que es lo mismo que no enfrentarte, que viven sin fueros internos desquiciados, que pasean por el borde sin temor porque no ven el borde y así van día tras día… ”preocupados” por el tema del último debate de una zarrapastrosa tertulia mañanera.

…quizá es que algunos estamos enfrentados contra el mundo, y eso nos incluye a nosotros mismo. Y el enfrentamiento contra uno mismo es algo que te persigue todas las mañanas. Para estos días The Byrds vienen bien, más aún si versionan a Dylan.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Momentos de incomprensión

- Te odio, voy a bloquearte.
- ¿Por qué?
- Por decir hola
- ¿¿¿Por saludar???
- No tengas cara.
- ¿¿¿Entonces???
- No digas hola.
- ¿Que no salude?
- No
- ¿No debo saludar?
- No
- ¿Y soy yo el loco?
- Sí
- Joder.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

¿Dónde?


¿Dónde está el dolor que guardaste en la cocina?
¿Dónde el que alguna noche ya olvidada
susurraste en mis oídos y gritaste por tus playas?
¿Dónde está el aliento de tu habitación perdida?

¿Dónde el polvo del desierto, dónde tu alma de latina?
¿Dónde te escondiste? ¿eres alma escandinada?
Escandinada sin el norte de mis besos en tu cama
Escandinava o encandilada, comparación mohína.

¿Dónde jugamos mañana si cerraron el parque?
¿Dónde quedaron los columpios de tu sonrisa?
¿Dónde buscar nuestro desierto sin nombrarte?
Si ansiaba mojarme con tu llanto, ser tu vasija
Tanto tristes como alegres, quizá ser tu desastre
Y no me queda otra que llorar por la mañana…deprisa.

martes, 18 de diciembre de 2018

Una mañana cualquiera


El mundo parecía demasiado pesado aquella mañana. Marcos Banalhombre creía que las nubes que divisaba desde la ventana eran un cuadro expresionista de su alma, nubes de formas retorcidas y a punto de descargar una tonelada de agua sobre la ciudad. Así sentía los minutos que se sucedían al despertar de aquella mañana, simplemente por el recuerdo que Eva Tiernaniña había dejado en su espíritu, como una alcayata clavada en la pared que sostenía el llavero de un amor extraño. Las llaves no colgaban del llavero, alguien las sacó y las escondió en un lugar donde el alma no podía llegar.

Marcos no entendía muy bien el goteo constante de imágenes de Eva que se le pasaban desde que se puso en pie esa mañana. Su mente parecía una sala de cine proyectando de manera sistemática el rostro de Eva, sus manos, su cuerpo con la banda sonora de su voz, con ese timbre tan peculiar, ese acento del sur. Una banda sonora con música variada, generalmente de piano, y ese acento que le traía a la memoria tierras baldías que imaginó vergeles en su momento.

Hacía una semana que Marcos no sabía nada de Eva, el mismo tiempo que llevaba pensando dónde quedaban los pasadizos del amor, esos que no había sido capaz de recorrer. ¿Acaso se ocultaban por no haberte sentido con las fuerzas de penetrar en su penumbra? Penumbra, eso le parecían los días en que Eva le forzó a declarar si realmente la quería y Marcos valoró la respuesta desde un púlpito dorado, con un cetro de marfil y respondió que no sabía qué quería averiguar.

-          ¿A qué viene esa pregunta Eva?
-          ¿A qué viene que no respondas Marcos?, yo sé lo que siento, pero no sé si tú me quieres o si soy un juguete mono para entretenerte.
-          No digas tonterías, no eres ningún juguete..
-          … o un capricho -interrumpió
-          No, joder, no, ¿cómo puedes pensar eso?
-          No es que lo piense es que de pronto te alejas y no sé lo que eso significa. Y, ¿sabes qué?, lo mismo haces bien, tienes razón. Es mejor alejarse, no tener vinculaciones que puedan llevarnos al llanto, porque yo lloro cada vez que tu mirada anda perdida en vez de ilusionada por estar juntos.
-          Yo no me siento lejos de ti, simplemente creo que debemos ir despacio.
-          Vete a la mierda Marcos, no es una cuestión de velocidades sino de sentimientos.

Eva estaba segura de que podía ir a la velocidad de un caracol siempre que supiese que iba por el camino correcto. Necesitaba esa seguridad, simplemente la certeza de que cada paso que daba era por algo que, de momento, valía la pena. No necesitaba el convencimiento de que sería el amor de su vida, ni de que en una semana todo seguiría igual. Sabía que los amores pueden ser como un yogurt, puedes comértelo hoy y mañana, pero puede que tengan caducidad. Pero al menos quería comérselo hoy y no dudar de que mañana seguiría ahí.

Aquella conversación terminó en casa de Eva, follando sobre su cama, disfrutando de sus cuerpos, entre sudores que empapaban sábanas, con The Strokes de fondo. Con The Strokes no podían hace otra cosa que follar, no eran una banda para hacer el amor, era más salvaje y sucio que si hubieran decidido acompañarse de Radiohead o de Sinatra. Y esa noche Marcos prefería que todo fuera sucio y, tras un momento de duda, Eva pensó que era lo más adecuado, no quería contemplar el rostro de Marcos para sentir que merecía la pena tenerle allí a su lado, para sentir una excitación de deseo mezclada con la idea de que ese hombre era parte de lo que siempre había buscado. Eso haría que al día siguiente llorara y, teniendo en cuenta que quería follar, no era plan de dejar pasar la oportunidad de un buen polvo y mejor con Barely Legal que con In the Wee Small Hours. Pensó que quería sentirse sucia sin ver la cara de Marcos, así que follaron sin mirarse, el la poseyó como si fueran dos perros en celo, ansiosos de expulsar fuera de sí todos los demonios de aquel día.

Aquel día despertó con una tranquilidad teñida de desidia, la cual se vio de nuevo tintada de deseo. Tanto Marcos como Eva eran partidarios de tener despertares tranquilos, daba igual el mañana, o el resto de la mañana, lo importante era, en cada instante después del despertar, que ambos sintiesen sus cuerpos. Y esto, verdaderamente, era importante.

Así que tras irse despertando uno tras otra de manera paulatina, terminaron en la ducha para saborear cada centímetro de piel olvidado o recordado de la última de las duchas que habían disfrutado juntos.
-          No quiero mirar cada gesto que haces, ¿puedes entender esto?

Esta petición de Eva le pareció muy, bastante, absolutamente razonable a Marcos. La realidad era más compleja, Eva sentía que había estado entregada a varias perversiones humillantes en el plano amoroso, y ahora se sometía al papel de víctima extraña. Una Juana de Arco que no tenía un Gilles de Rais que la defendiera. Daba igual que esa sensación respondiera a una realidad o a una percepción producto de la imaginación, el caso es que ella se sentía así.




lunes, 10 de diciembre de 2018

Una de estas noches


Una de estas noches dejarás mi cama y mirarás la ventana buscando la cuna en el hueco de los cráteres que esconden tus demonios.
Una de estas noches susurrarás coros que no conocías, a mi oído, con el olor a sexo sucio impregnando tus labios.
Una de estas noches esperarás la sensación de unas alas batiendo en tu espalda para poder volar más allá de mis abrazos.
Una de estas noches te sentarás al borde de mi amor para decidir si quieres saltar al vacío de tus deseos.
Una de estas noches gritaras con la pasión de todos tus músculos en tensión mientras un orgasmo deja tu mente sin un solo pensamiento y solamente gimes el amor que sientes por mí.
Una de estas noches la locura se aposentará en la silla que contempla nuestra habitación para inundarlo todo del aire que el placer expulsa por todos sus agujeros de puta babilónica.
Una de estas noches me acariciarás mientras beso las uñas de tus dedos en una ceremonia sin sentido y absolutamente genial.
Una de estas noches nos aclamarán en el pasillo de la felicidad mientras vemos como las puertas del ático se van abriendo.
Una de estas noches los rumores de la calle ascenderán por las escaleras y nos saludarán sorprendidos por el amor que se encontrarán.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Idea


Las maniobras de la desolación surgían en la vista de Calloway. Calloway en realidad se llamaba Fernando pero siempre le había gustado lo de Calloway. A sus amigos les decía que le llamaran Calloway pero todos le llamaban “Fer”, otro fracaso en su cadena de intentos de reivindicarse como distinto.
Ahora Calloway estaba contemplando a su novia, bueno, más bien, su ex novia. Ella estaba separándose de él, estaba rompiendo, humo, fuera, eres un recuerdo, adiós. Isabel había elegido una fiesta familiar para decirle adiós, y él no entendía nada. Según ella le decía que no tenía sentido seguir juntos, los hermanos de Isabel pasaban a su lado, Rodrigo, el ingeniero de talento y educación exquisita le acababa de servir un bourbon solo “toma Fer, que sé que con coca cola no te gustan estas cosas” y Antonio, el mayor, le acababa de regalar unas entradas para ir al Bernabeu, donde la empresa de Antonio tenía un palco.
Todo era extraño, Fer “Calloway” tenía una copa de McCallan 18 años, sentado en el porche junto al jardín de la casa de los padres de Isabel, con toda su presunta familia política saltando ufana a su alrededor, e Isabel acababa de dejarle. Un ciclón de ideas le pasaban por la cabeza tan rápidas que no podía atrapar tan sólo una que le permitiese pensar cómo reaccionar.
-          Fer, esto es lo mejor, yo creo que no estamos a gusto ninguno de los dos.
Eso de romper repartiendo las culpas era algo que le jodía sobremanera. Era ella la que quería romper, ¿por qué tenía que decir que eran los dos los que no querían continuar con la relación? Puede que la situación fuera un poco tensa en los últimos meses, el cambio de trabajo de Calloway y la presión por tener un hijo por parte de la familia de Isabel estaba desquiciando las cosas. Llevaban 3 años viviendo juntos, una pareja estable a vista de todos. Calloway era un poco raro, costó que la familia de Isabel le aceptara, pero pasado el tiempo hasa le vieron como el ingrediente peculiar en la familia lo cual, desde un punto de vista esnob, se había convertido en algo de lo que presumir por parte de los padres de Isabel “nuestro yerno es muy raro, escritor o algo así, pero encantador y además Isabel está estable, tranquila, hasta feliz diría yo, así que no podemos pedir más”. Eso es lo que José Antonio, el padre de Isabel, solía decir…porque Isabel había dado muchos problemas.
Hija de familia adinerada, creció con todos los caprichos de la única hija, caprichos y fiestas, cuando cumplió dieciséis años en su puesta de largo dedicó unos treinta minutos de la fiesta que le organizaron sus padres para inaugurar su nueva etapa con una felación a un primo casado de más de treinta años. Sus padres no lo supieron y, se podría decir, que a ella no le dejó mal sabor de boca ya que fue convirtiéndose en una auténtica artista del sexo prematuro el cual combinó con cocaína, anfetaminas y desapariciones de fin de semana. Así hasta las veintidós años, edad en la que sus padres la internaron en una clínica de desintoxicación en la que estuvo cerca de un año para salir limpia. Limpia por dentro y por fuera, se quedó sin alma pero, en realidad, el alma la había hipotecado hacía seis años cuando comenzó esa carrera de excesos sin meta.
Por otro lado Calloway había sido el lado opuesto de las opciones que se le pueden plantear a un adolescente. Sus dieciséis años los celebró en su casas escuchando el disco “What’s the story morning glory” de Oasis, solo. Y podría jurar allá donde le preguntaran que había sido uno de sus mejores cumpleaños, tarde de música y cena con sus padres en casa tomando hamburguesas caseras preparadas por mamá. Había invitado a su amigo Esteban pero solamente pudieron estar un rato juntos porque era viernes y había quedado con otros compañeros del instituto para dar una vuelta. Calloway no salía, apenas, era un poco marginado o un poco pasota. Pero eso no duraría mucho, poco a poco su cultura musical comenzó a provocar el interés de su clase, sabía todo lo último que se publicaba y además tenía un criterio excelente. En unos meses empezó a escribir una especie de fanzine que se inventó para el instituto y al final de aquel curso era una de las personas más populares.
Isabel y Calloway venían de mundos distintos, mundos distintos no solamente en lo tangible sino en lo que sus almas habían anhelado y aprendido desde que nacieron. Isabel nació siendo una joya con el futuro de un juguete roto y Calloway era una joya sin pulir con las trazas de un palacio por construir.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Sin formación, sin cultura,...sin opinión.

Hoy un amigo me ha bloqueado en Facebook por decirle que para mí Podemos y Vox son lo mismo, la misma piel ensangrentada por el odio, el mismo ánimo de poder, la misma ansia de aniquilación de lo diferente. Odio más o menos manifestado bien con vehemencia, bien con mensajes sutiles.
Y me ha bloqueado. Me ha dejado de hablar…ahora la pregunta es ¿era realmente un amigo? o simplemente un nuevo engranaje más en la cadena de deshumanización que suelen llevar a cuestas los extremismos populistas. El individuo desaparecen en el nacionalsocialismo en virtud del bien del pueblo alemán, en el comunismo en virtud del pueblo ruso. Los extremismos deshumanizan, te convierten en un ser extraño, un alien, un depredador de la libertad. Hasta tal punto que olvidas al ser humano, de ahí que la amistad sea algo, para ellos, de poca importancia, de tan poca importancia y despreciable como la libertad de pensamiento.
Tengo amigos, o eso creo, votantes de Podemos, de Vox, de PSOE de PP y de Ciudadanos…y abstencionistas. Pero jamás hasta ahora nadie me había bloqueado, negado la amistad, censurado o intentado poner una mordaza, porque yo tuviera una opinión distinta. Nadie. Pero resulta que es lo que está pasando en este país, que se llena de odio. Se llena de voluntad de poder, de arrasar y de eliminar al que no piensa como uno mismo. “¿Piensas como yo o eres fascista?”·es la frase que se extiende por cada centímetro cuadrado de la piel de toro.
Y la gran mayoría de los que enarbolan la palabra fascista no tienen mucha idea de donde surge la misma ni de lo que significa realmente, eso hasta que la RAE la reacondicione para doblegarse ante lo que un sector quiere que el lenguaje signifique en una nueva maniobra carrolliana en honor a Humptie Dumptie.
Yo les pediría a todos los que hablan de fascismo que piensen o investiguen de dónde viene. Termino creado por Mussolini y sus camisas negras, sustentado por una ideología con el ánimo de una economía intervencionista por parte del estado y de un totalitarismo regido desde el gobierno, evolución de la izquierda de Mussolini hacia posturas similares al comunismo pero impregnadas por un concepto de patria, de la Gran Italia. Concepto similar al de la Madre Rusia esgrimido por Stalin durante décadas. Si desgranas a Mussolini y su partido te encuentras con el hecho de que el fascismo crece desde un sentimiento popular, se identifica con el pueblo insatisfecho y, dentro del mismo, surge un conductor, unel que se erige en líder, un timonel -como Mao- el que debe dirigir y tomar las decisiones de toda la sociedad. Es decir, nace desde un concepto popular –y populista- similar al del comunismo del siglo XX. En perspectiva y con pensamiento objetiva, entre Mussolini y Lenin no había muchas diferencias a la hora de definir el poder y establecer las reglas del juego del nuevo estado.
En los años treinta en Europa se establecieron dos voluntades absolutas de poder, el fascismo y el comunismo. Que son, en su parte de voluntad de poder, absolutamente equivalentes. No hablo de aspectos como el partido o la religión, los dos grandes tótems en España del enfrentamiento, las semillas que en este país pueden llevar al odio. Pero en cuanto a la forma de imponer la voluntad…iguales. Aniquilación del contrario.
Pasados 80 años desde los años treinta me encuentro que en una sociedad española, con un grado de estabilidad impensable hace años, surgen dos partidos radicales con ánimo de reventar dicha estabilidad cordial de la sociedad española.
Este año la Navidad puede ser terrible. Me da la impresión de que hace diez años las cenas de nochebuena tenían sus enfrentamientos PP-PSOE entre hermanos, primos y cuñados, enfrentamientos que se solventaban con el cava del postre, con risas tras alguna mala cara "joder Venancio, anda dame un abrazo que el Aznar es un capullo pero González también y no nos vamos a enfadar por eso"…pero me temo que este año esos enfrentamientos puedan sacar a relucir cuchillos o que terminen con familias fracturadas.
Y, mientras, a mí me bloquean por decir que Podemos y Vox son iguales. Me bloquean siguiendo lemas populistas, propaganda, consignas, sin tener formación porque eso no les importa, sin cultura para poder tener un mínimo de criterio.
Y al final, sin opinión. Porque votar sin tener una opinión propia no es un acto de libertad si no de esclavitud complaciente, no es un ejercicio libre de voluntad porque tu voluntad le pertenece al que te dicta las consignas. Si tu voto lo han elegido por ti, si no has analizado, si no has intentado entender al de enfrente, si no has leído acerca de cómo somos los humanos, si no has comparado lo que tu líder te cuenta con la realidad sino que simplemente te lo crees, entonces... no tienes opinión, entonces no eres tú el que vota...está votando otro por ti y tú pones tu DNI a su servicio, entonces, simplemente, no eres libre. 
Hoy por decir mi opinión me han bloqueado. Esa es la libertad de expresión que te permiten algunos que creía que eran amigos. Lo grave no es que VOX o Podemos saquen votos, lo grave es que nos creamos a pies juntillas lo que dicen. En cuanto tengamos formación y cultura sus votos bajarán y, posiblemente, subiría de un modo sorprendente, la abstención.
La situación es de miedo...no a VOX, sino a la sociedad que VOX y Podemos están creando a medias.
Con todo esto no puedo manifestar más que mi pasión, devoción y admiración por Faemino y Cansado, solamente ellos pueden salvarnos.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Si pudiera

Si pudiera,
ver ojos despiertos
ver tus ojos enamorados.
Si pudiera,
ver manos suaves
ver tus manos enamoradas.
Si pudiera,
oler fragancias dulces
oler tu fragancia enamorada.
Si pudiera,
sentir pieles excitadas
sentir tu piel excitada en mi abrazo. Sentir tus piernas abrazándome, sentir que lleno tu deseo con mi deseo, sentir...lo que no  sentimos.
Si pudiera...cantar una canción con lo posible.

Historias de Sarah y Chuck

Sarah "Queen" Chattisier era la reina de las calles del bajo Oeste de la ciudad. De ahí su apelativo, nadie podía mover un dedo sin que ella se enterase. Nadie era más listo que ella y nadie escapaba a su ira si hacías algo que le supusiera una molestia. Y cuando digo nadie es nadie.

Pero Sarah estaba enamorada, de un juez, joven, algo inocente, recordaba a Ramson Stoddard, el que no mató a Liberty Valance. Chuck Naifman, era su amor imposible. Sarah vivía en los suburbios, su alimento era lo ilegal, su bebida la extorsión y su aire el poder, todo incompatible para una persona como Chuck que había crecido en una buena familia, respetada a más no poder por los estamentos públicos de la ciudad. Los Naifman tenían una larga tradición de actividades filantrópicas, un altruismo desmedido y un elevado sentido de la rectitud y la moral. Y Chuck había logrado llegar a juez de una manera impoluta y con un historial de carrera envidiable por todos. Número uno de su promoción, trabajos sociales durante los veranos, gran vecino y soltero de oro. No se le conocía pareja, algunos decían que tuvo una novia pero que tuvo que dejarla para no despistar un segundo de su esfuerzo en la universidad. Nadie la había visto pero era el rumor, el único, que circulaba.

Sarah conoció a Chuck una noche calurosa de verano, de esas noches donde parece que el aire del infierno sale por las alcantarillas. Sarah estaba en el Queen's Valley, el local más lujoso que regentaba, donde algunos políticos aparecían de vez en cuando a cerrar tratos con empresarios o con políticos de la facción contraria. Esa noche Sarah pensaba que dormiría sola, lo cual se le antojaba un fastidio pues era una noche donde el aroma a sexo se vuelve denso y sucio por los sudores y Sarah adoraba el sexo sucio. Pero también era una noche donde las calles se pegan a tus pies para no dejarte volver a casa a dormir así que dudaba que pasaría, y eso le encantaba, improvisar era fascinante de vez en cuando.

Chuck se presentó en el Queen's Valley acompañado de Will Tenderly, escritor y amigo de Chuck, y de Sam Davidson, abogado y compañero de carrera.

Raras imágenes

  • Es fácil, le das al botón de "ignore" y ya no sabrás más de él.
  • Pero...¿desaparecerá de mi vida?
  • Bueno, siempre que tengas el botón de "ignore" pulsado, sí.
  • ¿Eso quiere decir que tengo que tener mi dedo permanentemente en el botón?
Alice McHatesand tenía la cara desencajada, solamente quería librarse de la presencia de Jim Horrowful. El mismo que hacía apenas dos semanas había estado en su jardín besándola a espaldas de su marido. Su marido era el propio Jim pero cuando follaba con él pensaba que le ponía los cuernos e imaginaba que ese Jim no era su marido. Eran los entornos los que cambiaban

Pero Alice no entendía de entornos, ni de circunstancias, ni siquiera entendía el periódico porque se liaba entre las noticias nacionales y foráneas.  Alice sólo entendía de zapatos y del color del vestido de sus 3 hijas. Su marido Jim entendía de las noches, del pasado, de la mañana que llegaba y del olor a sexo cada día satisfecho por una taza de café recién hecho mezclando en su nariz el aroma de la cafetera con el olor del coño de Alice que acababa de saborear.

Pero Alice tenía un admirador en una red social, y no sabía qué hacer con él. No era feliz con su marido pero tampoco quería sentir unos labios distintos. Realmente no quería sentir ningún labio, ni los de Jim ni los de un extraño...porque Alice simplemente era tan perfecta que el único lugar donde podía sentir una pequeña satisfacción era en universo rodeada de sus hijas multiplicadas por mil, mil réplicas incesantes a su alrededor con mil vestidos elegidos por Alice y, si era posible, alguna réplica de ella misma, de Alice con unos preciosos zapatos.

Jim, por otro lado, era tan normal que entendía que follar era algo que molaba mogollón y que si no lo hacías con tu pareja entonces había un problema...fácilmente resoluble pagando o, no tan fácilmente, enamorándote de otra persona que se enamorara de ti y que le molara el sexo tanto como a él. Esta opción era una ecuación diofántica muy complicada.

Pero Alice no entendía nada de sexo y la vida le resultaba un constante trámite de papeles para demostrar quién sabe qué.

Y Jim miraba...a  Alice o al chaflán de la esquina que se dibujaba entre el cuello de Alice y el ir y venir de la gente. Y preguntó:
- Alice,...es tu nombre ¿o es en honor de Alice?

miércoles, 31 de octubre de 2018

Otro y otro...




Desde el mundo que uno camina día a día, apenas hay motivos de saltos de alborozo. Lo más a lo que aspiramos es a estar sentados de alborozo, lo cual, si lo observas con media distancia, no está tan mal… ¿o sí?

La duda del ¿o sí? Viene porque no todos somos iguales, no todos observamos la vida igual, no todos nos satisfacemos con lo mismo y no todos creemos que Batman sea un gran detective pero que solo gana a Holmes en sus cachivaches.

Lo que distingue el salto del asiento es el número de discos que tienes esperando a ser escuchados. El del salto tiene más porque mientras salta poca música escucha salvo que llegue unos cascos bluetooth bien modernos. El del asiento escucha música, constantemente, pero es música impertérritamente continuada en las armonías y melodías, son poco arriesgadas, no tienen una sílaba malsonante y no hay disonancias a ritmo de fusas.

¿Y tanta frase extraña? Pues es lo que se ocurre en una tarde otoñal…o estival o lo que toque.
El desierto está oculto, escondido o perdido…los pies…deseados.

lunes, 29 de octubre de 2018

Otoño...



Intentando pasar los días, en un otoño real. Eso es lo que quería. Un otoño real. Necesito conversaciones otoñales, con un café o un whisky solo en un café o en una whiskeria. Necesito unas sonrisas de miradas perdidas, necesito una conversación de Scott Fitzgerald -el 24 de septiembre no celebramos nada, nació con el otoño recién llegado, un ser otoñal-, necesito saber porqué Green Day es un grupo punk o pop y debatirlo, necesito que McInerney sea un nuevo referente en una discusión sobre si las vanguardias de los veinte tuvieron sentido y quién las sucedió, necesito que el realismo sucio se nos aparezca para charlar al respecto y que podamos disfrutar de cada minuto.

Escuchar Autumn in New York y pensar si en Madrid también surgen esos acordes, ¿aprecias su voz?, canción de tertulia eterna, tertulia beduina, desértica con lluvia de noviembre, momentos donde mi falsedad denostada, mi palabras fraudulentas, son perdonadas.

Este otoño al menos tiene a McInerney, La Buena Vida, acabo de empezarlo, primeras páginas y ya me ha embaucado la personalidad y la nueva realidad de Corrine. Otoño y McInerney, sin la opción a desgranar cada capítulo pues el silencio está en el ambiente.

Madrid es una ciudad perfecta para el otoño, cuando este decide aparecer. Un paseo como Recoletos con su manto de hojas caducas en la acera central, arrastrando de vez en cuando los pies para escuchar el sonido de la desnudez de la arboleda levantándose y removiéndose. Colores marrones que contrastan con el urbano gris de la calzada que a lo lejos parece intentar fundirse con el plomizo color del cielo. Paseos escoltados por el arte con mayúsculas, a un lado el Prado al otro el Thissen y un poco más allá el Gijón con sus mesas que siempre me traen a la cabeza La Colmena y sus lápidas del revés. Madrid te deja que disfrutes el otoño en sus calles, con el frío que se va metiendo entre las ropas, y con el llovizneo a punto de empapar tus pensamientos. El calor de la taza humeante, el whisky solo y los aires de otros tiempos que nunca existieron y que pretendes recordar. Montecarlo no tiene tan buen otoño, Montecarlo tiene bailes desérticos.

Intentando pasar los días en un otoño real. Adoro estos otoños.

Castaway...


Estoy en una constante rememoranza de lo que no ha pasado. En una travesía de desiertos ignorados, sin más palmeras que las que brotaron de las semillas de tus lágrimas. En una jornada de pies calzados que desaparecen por las esquinas del boulevard que desemboca en el bar  Rick No Ricks, en un Montecarlo olvidado, en la estación del autobús que no lleva a tu casa pero que deja en tu barrio donde los perros ladran al amigo y devoran a dentelladas al desconocido. Un barrio donde me tienen prohibida la entrada, donde los suburbios más horrendos se aparecen como palacios.

Estoy en la travesía del naufrago que no tiene isla y vive rodeado de transeuntes ajenos a la tortura mental de solo recordar y no poder contemplar las danzas beduinas.

jueves, 25 de octubre de 2018

Sin estado de gracia...





Cuando te das por vencido ante ti mismo puede que esté sin gracia. Cuando nada hay que te muestre el camino porque las huellas se borraron bajo un viento brutal, puede que estés sin gracia. Cuando el sol golpea las gotas de lluvia que te hacían sonreír y las evapora en una melodía de sacrificio ancestral, puede que estés sin gracia. Cuando las manos que no cogiste más que unos minutos se confunden con una ensoñación de dudas acerca de si existieron, puede que estés sin gracia. Cuando el laberinto cierra sus puertas y deja dentro tu alma con heridas que solo pueden restañar los labios de quien está fuera, puede que estés sin gracia.

Sin gracia, ¿gracioso? quizá, pero sin estar en estado de gracia. Pecador de los minutos las horas y los días. Sin gracia para observar las huellas en el desierto.

miércoles, 24 de octubre de 2018

"Noes" como comienzo



No es el momento de la verdad cuando tienes que enfrentarte a los fantasmas, los fantasmas aparecen antes y después de la verdad porque te acompañan cada momento, cada minuto, y salen cuando no lo esperas o cuando lo esperas, da igual, ellos no están pendientes de tus descuidos, solo están pendientes de cuándo tienen que salir.

No tengo más que dos dólares en billetes de diez y un reloj que marca las horas cuando miras el precio de las verduras del día. No tengo más que ganas de besar unos labios que solo besé una vez, y un montón de cicatrices en las yemas de mis dedos de todas las cartas que te he escrito sin respuesta. No tengo más que el saludo ingente de mil palomas mensajeras que no llevan mensajes a tu balcón porque lo cerraste con la llave imposible de descifrar.

No hay un sonido fuera, hay un estruendo de metal que convierte la realidad en el juguete de quien transforma la comida de tu mascota en un montón de mierda crepuscular con tintes de futuro incierto y de tiranía ancestral. Quédate aquí conmigo mientras acaricio tus pies para que el placer inunde tus sentidos y puedas evadir tu sensación de verdad al palco de mis manos, para contemplar desde allí los próximos minutos de tu sueño reparador.

No es momento de empezar desde el final así que alguien escoge varias damiselas rubias para que bailen a tus pies, reina morena, y que luego las destierres a la mejor de las arenas, al paraíso que puedan habitar mientras buscas mis huellas y yo busco tu aroma por parajes que llevan una y otra vez a las arenas rubias, con un camino sin sentido que confunde mis deseos anhelantes de tus bailes descalzos.

Y todos los párrafos anteriores empezados por "no".

martes, 23 de octubre de 2018

Ya lo tengo...


Ya lo tengo, comprado en la central. Con ganas de leerlo, aunque...

Despertando...



Alguien te echa de menos, sorpresa, alguien piensa en tus manos, sorpresa, alguien piensa en tu mirada, sorpresa, alguien que pasa por el boulevard con las manos en los bolsillos y la cara taciturna pensando en tu falda, ese alguien, piensa en ti.

Alguien no sabe cómo funciona el mundo y el mundo sigue funcionando porque el mundo no depende de cómo piensas que funciona. Así pasan los días, con personas en el corredor y con palabras en el pasillo, con gente que te saluda y que te quiere y que te dice hola y adiós. Así pasan los días una y otra vez, mientras alguien sigue echándote de menos. O quizá no…o quizá sólo eres tú quien echa de menos a alguien.

Quizá el rumor de un torrente, el que baña tus pies, es el rumor que necesitas para amueblar tus días, solitarios o acompañados, con un septiembre eterno que no preguntó a nadie.

Quizá nadie espera, quizá todos esperamos.

Y mi quizá tiene olvidada la "s".

lunes, 22 de octubre de 2018

Entre estaciones...




El jardín otoñal aparecía gris, repleto de las palabras mudas que no se pronunciaron cuando se despidieron mirando al suelo, sin el valor de mirarse a los ojos. Los instantes fueron eternos y, sin embargo, no transcurrieron más de diez segundos entre el “déjame marchar, te odio”, y el “no queremos entendernos”. Apenas diez segundos, un momento fugaz que dinamitaba el ánimo de los dos.

Anteriormente, la primavera acogía las mañanas de ambos con una alegría que les permitía afrontar el resto del día con una sonrisa calmada que escondía el placer de la tranquilidad junto con la urgencia por verse. La tranquilidad era la cama en la que se acostaban para contemplar sus rostros, la urgencia era el sexo desordenado, como un caballo sin riendas, a primera hora de la mañana en la ducha o última hora de la tarde en la cocina. Y en la cama tenían un relato de amor donde la almohada era el cobijo de sus sueños y sus respiraciones la melodía que ponía banda sonora a sus noches para despertarse entre palabras húmedas y labios de deseo. Él la esperaba en la ducha cada día y la ducha era la puerta que abría el día con una visión de luz y de felicidad que no habían conocido.

El jardín otoñal rebosaba de penumbra, no sabían distinguir si era la luz del atardecer de noviembre cediendo paso a la noche o si eran sus ánimos los que ocupaban todo el espacio con un papel de estraza mohíno, impidiendo cualquier resquicio de luminosidad. Sus palabras agostaban las plantas, dejándolas sedientas mientras que se preguntaban qué había pasado en apenas seis meses. Todo alrededor era lánguido y no podían ni sujetarse las manos, rehuyendo el contacto.

Anteriormente, el verano repartía las horas entre la desnudez del calor y el regocijo de las tardes con paseos por el Retiro madrileño y cervezas en la calle hasta las tantas, aguardando a que la noche calurosa los acompañara a su apartamento para disfrutar de su amor y de sus cuerpos. Días en los que se paseaban desnudos por la cocina y el dormitorio y donde el perfume de sus cuerpos impregnaba el paso de los días, donde las manos se buscaban por debajo de las mesas de las terrazas, donde hablaban del último libro de Jay McInerney o de una exposición de Hopper. Y la ducha matinal continuaba siendo la constante del deseo, y los abrazos bajo el agua con sus cuerpos salpicados eran la imagen que se quedaba, con los cristales empañados en el espejo, con un gusto salado que saboreaban durante todo el día, mezcla de sudor, sexo y jabón.


domingo, 21 de octubre de 2018

La buena vida



Si todo va como dicen en la editorial, mañana sale “La Buena Vida”, segunda parte de la trilogía de Jay McInerney, iniciada por “Al caer la luz”. Creo que es la primera vez que escribo sobre la salida a la venta de un libro pero esta vez tenía que ser así.

La maravillosa Al caer la luz  me dejó encantado al poder volver a sentir una literatura similar a la de Scott Fitzgerald, esta vez transcurriendo en los años 80. Unos personajes diseccionados, pintados y recreados maravillosamente, te enamoras de Corrine y de  Russell, al tiempo que los juzgas, desprecias y ensalzas. Al tiempo que entiendes su relación y como aparecen los terremotos emocionales que la rodean, como la ambición y la frustración caminan de la mano en esta novela donde la perspectiva coral embriaga las páginas, una sucesión de caracteres que muestran una realidad no tan lejana si eres medianamente crítico y observador de lo que sucede en los paisajes de occidentales donde vivimos. Cierto glamour –que nos trae la pluma de Fitzgerald a la cabeza- envuelve lo que sucede, fiestas y copas de vino que emborrachan la historia, triunfadores fríos y pasajes de opulencia burguesa, la pedantería del arte nuevo y el amor por la literatura. Los complejos y los dramas que esconden las vidas normales. Fantástica novela que trae ahora su segunda parte a las librerías españolas…

Sentido


A veces dudo del entorno, bueno no, a veces dudo de lo que creo que es el entorno, de mis percepciones.

Lo raro 
Lo que escucho 
Un supuesto desierto
Un rumor de viento antiguo
Que responde como un mito
De los miedos de los locos
Que tomaron las palabras como ecos de unos gritos.

Lo extraño
Lo que abunda
Una ático cerrado
Un sentir de algún baile pasado
Que se aloja en os recuerdos
De algún torpe atribulado
Que escuchando tu silencio olvidó volverse cuerdo.

viernes, 19 de octubre de 2018

Viernes noche



Las paredes no suelen acompañarte cuando caminas, las paredes no se mueven, con suerte tienen mosaicos que cambian según la perspectiva, eso con suerte. Pero no te acompañan, las paredes son distintas a los recuerdos, los recuerdos si van contigo salvo que seas un poco olvidadizo o un poco cretino. en general los recuerdos importantes te siguen agarrados a tu mano, son una mochila que camina contigo, una mascota de tienda de lujo que va desposeyendo la belleza correspondiente al día de la compra según avanzan los meses, según te alejas de la tienda o del momento en el que fueron presente. Presentes que son recuerdos, futuro que son recuerdos y el pasado alimentándose de la presencia de sus hermanos del tiempo.

Los recuerdos no son paredes, no suelen impedirnos andar a uno u otro lado...salvo cuando lo hacen, entonces se convierten en muros infranqueables, son recuerdos que tienen apariencia de celda, con su bola y cadenas, grilletes de los que tienes que que hacer el negativo de la llave en una pastilla de jabón para luego echar metal fundido, el metal del que se construye la melancolía para que, una vez fundida, se convierte en la llave que te permita salir.

Las paredes y los recuerdos, los besos no dados, los autobuses en el Prado, las frases del tintero, un Guernica con tapas y descaro. Las paredes y los recuerdos, tan lejos y extraños, tan cerca y amados. Los mundos del arte y Caravaggio pensando en que nada era como lo que luego fue, en que nada era el sol de Occidente pero quizás era el temperamento calmado de oriente cuando chisporrotea la luz del sol entre las lamas de una persiana desvencijada sin echar del todo.

Las paredes y los recuerdos, vino sin beber y mundos en la baraja sobre la mesa del salón que olvidamos recoger.

jueves, 18 de octubre de 2018

El héroe que no fue



Los desfiles se acumulan
en el salón del héroe,
sus medallas, sus sabores,
olores de batalla y de clamores.
Los méritos y homenajes
olvidados y apartados
atravesados en la retina
de aquel que no se estima.

El mundo en su alabanza
olvida las frases recordadas
en su cabeza redundando
letras de canciones de acordes desertando.

Los desfiles se acumulan
y el héroe que nunca fue
estima que las insignias
al no ser de beduinas, son objetos de perfidia

Amores que no fueron
le comentan los soldados,
o que fueron demasiado
les responde con desprecio.
Lágrimas de oficial
que dejaron en sus labios,
un sabor a veces rancio
impregnado todo en sal.

lunes, 15 de octubre de 2018

Chascar los dedos (completo sin terminar)


Chascar los dedos

Cuando llegué al trabajo ayer por la mañana no pensé que veinticuatro horas más tarde una parte de mi forma de entender el mundo estuviera levantada, como esas aceras en las que las raíces de los árboles logran un terreno desigual, con baldosas que se salen de su lugar. Un parte de mi alma parecía cerrada a mis sentimientos, en fase de demolición. Mis emociones no entendían lo que sentía o viceversa.

Los sentimientos suelen comunicarse con las emociones a través de una carretera de ida y vuelta, a veces es como una autopista, siendo unos reflejos de los otros y otras veces parece un camino pedregoso, entonces los parecidos son menores. Unas veces la emoción inconsciente te genera un sentimiento, otras veces el amor se traduce en una emoción de enfado, porque esperaba algo y llegó lo contrario o, sencillamente, no llegó.

Mi trabajo es de financiero, miro cuentas una y otra vez intentando que sumen lo que dicen mis jefes. El caso es que, por más que lo intento, las reglas aritméticas no cambian de un día para otro y dos más dos siempre suman cuatro. Mis jefes, unos individuos cuyo sentido del humor consiste en reírse de whatsapp soeces o en considerar digno de risa cualquier medida del gobierno que les resulte estúpida, insisten en que las cuentas sean el nuevo truco de magia del gran Tamariz, y suelen estar insatisfechos cuando les digo la verdad. Estos jefes de hoy en día, directivos de grandes corporaciones -¿quién se inventó eso de grandes corporaciones?, suena a broma-  son individuos oscuros, pero al mismo tiempo resultan patéticos. Es como si Darth Vader vistiera de lagarterana, te daría miedo porque te ventilaba en chascar de dedos, pero fuera del horario de trabajo de la Estrella de la Muerte, tomándote una bebida en la cantina de Tattoine, pasaras el rato bromeando y riéndote de él.

Hay veces que me imagino que las reuniones con mis jefes podrían ser una conversación donde el absurdo reinase en la misma aunque, pensándolo bien, más o menos lo son.
  • Pues he vuelto a hacer la suma, después de repetirla unas mil doscientas veces, y vuelve a salir cuatro.
  • Ernesto, con esta actitud no vas a afianzarte en esta compañía.
  • Ya, le entiendo, pero no acabo de ver que mi actitud sea el problema, creo que sería más fácil si la humanidad cambiase las reglas de la suma. ¿Lo ve factible?
  • No entiendo tu empeño en que dos más dos sean cuatro.
  • Pero si yo no me empeño, le aseguro que mi actitud es la de un sumiso absoluto. Mi dignidad la perdí el día que me puse corbata por primera vez. Desde entonces sólo vivo para cumplir sus deseos, un perro fiel a mi lado es el mismísimo Judas. Resumiendo, mi actitud es la de ser y hacer lo que desee.
  • ¿Entonces? Cuéntame entonces por qué siguen saliendo cuatro.
  • Porque los sumandos son un dos en este mano –agito la mano cual bobo- y un dos en esta otra. Claro que si sumamos un uno más…
  • ¿Qué?
  • Pues entonces tendría la solución, saldría cinco.
  • ¿En serio?
  • Totalmente.
  • Maldita sea…el caso es que no tenemos ese uno.
  • Entonces sale cuatro.
  • Vuelve a calcularlo, en una semana ten rehecha la suma.
  • Por supuesto, me pongo a ello.
Y así me paso semana tras semana, lo cual hace que el trabajo sea sencillo pues lo repito constantemente, pero también frustrante. El día que encuentre el “uno” que les falta será todo más sencillo.

Ayer por la mañana entré en el edificio de oficinas donde desarrollo mis sumas pensando en un disco de Portishead, lo llevaba puesto en el iphone y Silence me golpeaba. “¿Por qué empieza con un tipo hablando en portugués?” pensaba, y en el ascensor coincidí con Juan, el gracioso del curro. 

Juan tiene poco más de cuarenta años, atractivo, ingenioso, alto, con un chocar de manos vigoroso y con la apariencia del triunfador nato. Casado con tres hijos, siempre de traje impoluto de lunes a jueves y los viernes con vaqueros, informal, dispuesto a tomarse el aperitivo de los viernes con todos nosotros y, por qué no, flirtear con alguna de las compañeras.
  • Hola tío –yo soy así, hablo así a los que no son jefes y Juan no era más que yo y además le había visto borracho.
  • Hola, buff…martes y quedan 3 días para terminar la semana.
  • Cuatro con hoy –yo y mi obsesión por el cuatro.
  • Bueno sí… ¿tienes mucho lío?
  • El habitual, sumar, restar y alguna reunión para demostrar que sé sumar con decimales.
  • ¿Comemos juntos?
Juan y yo nos llevábamos bien, algunas veces coincidíamos en la comida, pero jamás habíamos comido solos los dos. La pregunta contenía el peso de la confianza no negociada y por otra parte el lado amistoso de alguien que parece que quiere tener más lazos conmigo. No me pareció mal y, además, hoy toda la gente con la que comía andaba liada entre viajes, ausencias y otros líos. Así que se me ocurrió que podía ser buen plan.
  • Ah, vale, bien. ¿A qué hora?, ¿una y media? ¿Dos?
  • Una y media, así nos tomamos antes una cerveza.

Así que mi plan de comida ya estaba claro, Juan y yo, el tío que tenía loca a media oficina, el atractivo hombre de mediana edad y yo comeríamos juntos.
Y yo…quién era yo. Seguramente el lector tendrá ahora una ligera curiosidad por saber si yo tengo novia, pareja, soy un lobo solitario o un pedazo de carne con ojos –esta expresión era de mi padre, y me sigue pareciendo lo más despreciativo que he oído-. Pues bien, yo, Ernesto, titulado en ciencias empresariales, máster MBA, tonto y con novia. Vivo con mi novia, desde hace cuatro años, ella quiere casarse y yo quiero cambiar la cocina, ella quiere un anillo y yo también pero el de Frodo, ella es guapísima y yo soy vulgar, ella camina sobre la playa cuando vamos de veraneo como una auténtica diosa y yo me deslizo cual babosa recién llegada a este mundo. Ella me quiere y no sé por qué. Yo creo que es muy extraño que ella esté conmigo…toda esta ligera descripción de mi relación de pareja, recorre mi cabeza de manera recurrente y ayer pensé de nuevo en ella antes de la comida, de hecho en el trayecto del ascensor a mi cubículo me vino a la mente si Juan resultaría atractivo a Susana y, lógicamente, la imagen de un “SÍ” parpadeando con luces de neón y Mayra Gómez Kemp anunciando a mi mujer que le había tocado a Juan como el premio más importante del concurso de su vida. Al mismo tiempo me vi a mí mismo en el público aplaudiendo de manera enrabietada. 

Definitivamente mi mente camina por veredas que mi razón no controla y acto seguido me pregunté por la diferencia entre mente y razón  una referencia de Kant acerca de que la razón es la mente abstracta circuló fugazmente como explicación. Tras eso respiré, me miré en uno de los cristales que hacen de pared de una sala de reuniones, puse los pies en el suelo tras verme y pensé de nuevo en la comida con Juan. Pero antes tenía que volver a sumar varias veces un dos y otro dos en busca del cinco imposible.

Mi jefe directo, al que le reporto -uso la palabra reportar como quien usa una espátula pringada de yeso para untar mantequilla, con cierto asco- y le explico una y otra vez la tozudez y persistencia del resultado de las sumas, es un personaje curioso. Me cae bien, el pobre no tiene culpa de que vivamos en un mundo donde las empresas son manejadas por individuos que creen que la realidad cambia simplemente por su deseo. Es el Director de Servicios y Control, aunque yo me refiero a él como el Director de A Su Servicio Sin Control. La expresión “A su servicio” había tenido connotaciones atractivas antes de conocer este departamento. Siempre me recordaba o bien a James Bond o a un barco de la Royal Navy. Ambos estaban “Al servicio de su majestad”, y me sonaba como la más pura tradición inglesa, repleta de elegancia, trajes de tweed, carreras en Ascott, el té de las cinco y Sherlock Holmes. Todo eso se vino abajo cuando entré en esta compañía y en este departamento. Mi jefe era una mezcla de pelota, indigno, comisario político y llorica enfadica. Un conjunto que me provocaba lástima la mayor parte de las veces…en concreto todas en las que no me provocaba ganas de estrangularle con una cuerda de piano mientras reflexionaba si no sería esa la mejor contribución del piano a la humanidad, mucho mejor que “Para Elisa” de Beethoven.

Su formación era inferior a la mía pero, por un curioso acontecer que se guarda entre los secretos mejor guardados de la empresa, él debía saber más que yo…de todo. Ese “debía” ha de entenderse desde un punto de vista de obligación, mi obligación “debe” ser asumir que él sabe más que yo. Entiendo que succionar glandes de jefes era una habilidad en la que, claramente, me daba mil vueltas. Pero sumando al parecer no. En cualquier caso no admitía ni crítica a su trabajo ni opiniones distintas, así que para evitar pensar constantemente en la cuerda del piano, le daba la razón a partir del segundo minuto, mientras le oía divagar sobre la importancia de que los números fuesen lo que la Alta Dirección necesitaba.

La Alta Dirección..., un grupo de comedores de croissant que se reunían a decirte que hicieras lo que ya habías hecho, y si había algo que no habías hecho generalmente era una idea peregrina que se les había ocurrido en un empacho de café con ego. Mi jefe me llevó a un par de reuniones de la Alta Dirección y me pareció que era como estar entrando en una ceremonia secreta de una secta donde hablan con la mirada y están dispuestos a sacrificar un gallo y echar su sangre sobre mi cuerpo desnudo como forma de reconocerme digno ante ellos. Pero una vez que les oyes hablar se te pasa, te das cuenta de que son unos papanatas y que la dignidad, en realidad, tiene prohibida la entrada. Muy educados eso sí, pero he visto programas de Telecinco con mayor nivel intelectual. Me pidieron de buenas formas que tuviera éxito con la “suma mágica”, porque es esencial para la compañía y para las personas que vivimos dignamente gracias a ella y al esfuerzo de la Alta Dirección. Como vi que hablaban en serio adopté el mismo lenguaje, presioné el “off” del botón de “racionalidad digna” y me puse a asentir como un pajarito bebedor de esos que se ponen como adorno en algunos muebles.

Pero estos pensamientos no tenían que ver con lo excepcional de la jornada, excepcionalidad que yo no alcanzaba a vislumbrar y que posiblemente haga que el lector esté en ascuas respecto a ese tremebundo suceso que anuncié se presentaría más adelante. Bueno, yo soy así, un poco grandilocuente a la hora de contar las cosas. Conseguir una reserva en el restaurante de moda lo puedo presentar como si fuese algo parecido al primer viaje a la luna o al nacimiento de un hijo. Pero es la presentación el problema, la expectación que creo antes de contar el hecho en sí. No valoro muchas veces que mi percepción no es la misma que la de la gente que me rodea. Comprar un disco de Bill Evans puede parecerme algo grandioso pero, seamos serios, eso a la gente normal le parece algo irrelevante. También es cierto que a mí me parecen irrelevantes los demás, en su conjunto, así que aparentemente la balanza está equilibrada.

Así que para no generar más intriga empezaré por el final de la comida que tuve con Juan, a los postres y después de conversaciones de trabajo más o menos banales Juan me dijo dos cosas, ambas impactantes por separado pero que al juntarlas producían un combinado similar a la nitroglicerina en el alma. 
- Ernesto, quería comentarte un par de cosas y espero que seamos razonables una vez que las sepas.

Con ese comienzo debería haberle dicho que me acababan de llamar de la Casa Real para ofrecerme la presidencia de gobierno o que al Real Madrid me había elegido nuevo técnico o, mejor aún, ambas cosas, iba a ser presidente-entrenador y, por tanto, tenía que ausentarme. Pero me arriesgué y seguí sentado.

- Pues tú me dirás Juan.
- ¿Te acuerdas de la fiesta de Navidad?, me presentaste a Susana, tu mujer.
- Sí...
- Bueno, nos hemos estado acostando desde entonces, unas cuatro o cinco veces.

En ese instante pasó un tren, el restaurante está cerca de unas vías de Cercanías, pude oir el tren, creo que hasta pude aprecias las conversaciones de la gente dentro de los vagones, mi mente comenzó un trayecto extraño donde no tenía claro el norte y el sur pero con un Oeste y Este claro, por un lado no había sol, por el otro había brasas. Susana se estaba acostando con Juan lo cual me convierte en el tipo que no se entera de nada. Lo de cornudo me da más igual, es una palabra ofensiva cuando lo que cuenta en estas cosas no es tanto el engaño como el futuro. El engaño pertenece al pasado, y tu vida se juega con el futuro. ¿Qué iba a pasar?

- No me jodas Juan, no me jodas.
- Ya, Ernesto, tenía que habértelo dicho antes...
- No joder, no tenías que haberlo dicho antes, la cuestión es si me lo tenías que haber dicho ahora.
- ¿Cómo?

Mi hilo de racionalidad era complicado, en general, de entender en el día a día, digamos que soy algo complejo en las conclusiones y construcción argumental. Tengo razones y reflexiones que no son al uso, y este era un ejemplo más.

- A ver Juan, el asunto es, ¿esto supone que Susana me deja? o ¿esto se ha acabado y no vais a volver a hacerlo? o ¿está Susana enamorada de ti? o ¿lo estás tú de ella?

- Ya...bueno esas preguntas enganchan con lo otro que te quería decir.
- Joder es verdad, que son dos cosas, pues la primera ya es complicada de superar.
- Estoy enamorado de ti Ernesto.

En ese instante un segundo tren pasó por la estación Victoria, en Londres, puede oirlo perfectamente, y a la gente andando y susurrando palabras en la lengua de Dickens, hasta los veía, cerrando los ojos los veía, vi el tren, la gente, pitillos en el suelo pisoteados, una carreta del siglo XIX con un tipo vestido de época llevándola, un vikingo, dos cebras, el manifiesto comunista siendo escrito por Engels y podía oir la pluma deslizando por el papel. Mi mente no entendía nada. Bajé a la realidad y un infierno me esperaba tras las palabras que escuchaba.

- Pero...¿qué cojones dices? ¿estás enamorado de mí y te acuestas con mi pareja?, pero...¿eres gay?
- Creo que sí.

Yo sé que a veces empleo una lógica difusa...muy difusa. Pero las palabras de Juan obedecían más bien a una lógica imposible. No sabía si era gay pero se acuesta con mi pareja que es mujer y que lleva dos semanas a vueltas con lo de casarnos. Y habíamos comido con agua así que el alcohol no podía ser. Llamé a camarero y pedí un whisky solo.

Chascar los dedos, continuación

...
Pero estos pensamientos no tenían que ver con lo excepcional de la jornada, excepcionalidad que yo no alcanzaba a vislumbrar y que posiblemente haga que el lector esté en ascuas respecto a ese tremebundo suceso que anuncié se presentaría más adelante. Bueno, yo soy así, un poco grandilocuente a la hora de contar las cosas. Conseguir una reserva en el restaurante de moda lo puedo presentar como si fuese algo parecido al primer viaje a la luna o al nacimiento de un hijo. Pero es la presentación el problema, la expectación que creo antes de contar el hecho en sí. No valoro muchas veces que mi percepción no es la misma que la de la gente que me rodea. Comprar un disco de Bill Evans puede parecerme algo grandioso pero, seamos serios, eso a la gente normal le parece algo irrelevante. También es cierto que a mí me parecen irrelevantes los demás, en su conjunto, así que aparentemente la balanza está equilibrada.

Así que para no generar más intriga empezaré por el final de la comida que tuve con Juan, a los postres y después de conversaciones de trabajo más o menos banales Juan me dijo dos cosas, ambas impactantes por separado pero que al juntarlas producían un combinado similar a la nitroglicerina en el alma. 
- Ernesto, quería comentarte un par de cosas y espero que seamos razonables una vez que las sepas.

Con ese comienzo debería haberle dicho que me acababan de llamar de la Casa Real para ofrecerme la presidencia de gobierno o que al Real Madrid me había elegido nuevo técnico o, mejor aún, ambas cosas, iba a ser presidente-entrenador y, por tanto, tenía que ausentarme. Pero me arriesgué y seguí sentado.

- Pues tú me dirás Juan.
- ¿Te acuerdas de la fiesta de Navidad?, me presentaste a Susana, tu mujer.
- Sí...
- Bueno, nos hemos estado acostando desde entonces, unas cuatro o cinco veces.

En ese instante pasó un tren, el restaurante está cerca de unas vías de Cercanías, pude oir el tren, creo que hasta pude aprecias las conversaciones de la gente dentro de los vagones, mi mente comenzó un trayecto extraño donde no tenía claro el norte y el sur pero con un Oeste y Este claro, por un lado no había sol, por el otro había brasas. Susana se estaba acostando con Juan lo cual me convierte en el tipo que no se entera de nada. Lo de cornudo me da más igual, es una palabra ofensiva cuando lo que cuenta en estas cosas no es tanto el engaño como el futuro. El engaño pertenece al pasado, y tu vida se juega con el futuro. ¿Qué iba a pasar?

- No me jodas Juan, no me jodas.
- Ya, Ernesto, tenía que habértelo dicho antes...
- No joder, no tenías que haberlo dicho antes, la cuestión es si me lo tenías que haber dicho ahora.
- ¿Cómo?

Mi hilo de racionalidad era complicado, en general, de entender en el día a día, digamos que soy algo complejo en las conclusiones y construcción argumental. Tengo razones y reflexiones que no son al uso, y este era un ejemplo más.

- A ver Juan, el asunto es, ¿esto supone que Susana me deja? o ¿esto se ha acabado y no vais a volver a hacerlo? o ¿está Susana enamorada de ti? o ¿lo estás tú de ella?

- Ya...bueno esas preguntas enganchan con lo otro que te quería decir.
- Joder es verdad, que son dos cosas, pues la primera ya es complicada de superar.
- Estoy enamorado de ti Ernesto.

En ese instante un segundo tren pasó por la estación Victoria, en Londres, puede oirlo perfectamente, y a la gente andando y susurrando palabras en la lengua de Dickens, hasta los veía, cerrando los ojos los veía, vi el tren, la gente, pitillos en el suelo pisoteados, una carreta del siglo XIX con un tipo vestido de época llevándola, un vikingo, dos cebras, el manifiesto comunista siendo escrito por Engels y podía oir la pluma deslizando por el papel. Mi mente no entendía nada. Bajé a la realidad y un infierno me esperaba tras las palabras que escuchaba.

- Pero...¿qué cojones dices? ¿estás enamorado de mí y te acuestas con mi pareja?, pero...¿eres gay?
- Creo que sí.

Yo sé que a veces empleo una lógica difusa...muy difusa. Pero las palabras de Juan obedecían más bien a una lógica imposible. No sabía si era gay pero se acuesta con mi pareja que es mujer y que lleva dos semanas a vueltas con lo de casarnos. Y habíamos comido con agua así que el alcohol no podía ser. Llamé a camarero y pedí un whisky solo.

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...