lunes, 29 de octubre de 2018

Otoño...



Intentando pasar los días, en un otoño real. Eso es lo que quería. Un otoño real. Necesito conversaciones otoñales, con un café o un whisky solo en un café o en una whiskeria. Necesito unas sonrisas de miradas perdidas, necesito una conversación de Scott Fitzgerald -el 24 de septiembre no celebramos nada, nació con el otoño recién llegado, un ser otoñal-, necesito saber porqué Green Day es un grupo punk o pop y debatirlo, necesito que McInerney sea un nuevo referente en una discusión sobre si las vanguardias de los veinte tuvieron sentido y quién las sucedió, necesito que el realismo sucio se nos aparezca para charlar al respecto y que podamos disfrutar de cada minuto.

Escuchar Autumn in New York y pensar si en Madrid también surgen esos acordes, ¿aprecias su voz?, canción de tertulia eterna, tertulia beduina, desértica con lluvia de noviembre, momentos donde mi falsedad denostada, mi palabras fraudulentas, son perdonadas.

Este otoño al menos tiene a McInerney, La Buena Vida, acabo de empezarlo, primeras páginas y ya me ha embaucado la personalidad y la nueva realidad de Corrine. Otoño y McInerney, sin la opción a desgranar cada capítulo pues el silencio está en el ambiente.

Madrid es una ciudad perfecta para el otoño, cuando este decide aparecer. Un paseo como Recoletos con su manto de hojas caducas en la acera central, arrastrando de vez en cuando los pies para escuchar el sonido de la desnudez de la arboleda levantándose y removiéndose. Colores marrones que contrastan con el urbano gris de la calzada que a lo lejos parece intentar fundirse con el plomizo color del cielo. Paseos escoltados por el arte con mayúsculas, a un lado el Prado al otro el Thissen y un poco más allá el Gijón con sus mesas que siempre me traen a la cabeza La Colmena y sus lápidas del revés. Madrid te deja que disfrutes el otoño en sus calles, con el frío que se va metiendo entre las ropas, y con el llovizneo a punto de empapar tus pensamientos. El calor de la taza humeante, el whisky solo y los aires de otros tiempos que nunca existieron y que pretendes recordar. Montecarlo no tiene tan buen otoño, Montecarlo tiene bailes desérticos.

Intentando pasar los días en un otoño real. Adoro estos otoños.

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