miércoles, 31 de octubre de 2018

Otro y otro...




Desde el mundo que uno camina día a día, apenas hay motivos de saltos de alborozo. Lo más a lo que aspiramos es a estar sentados de alborozo, lo cual, si lo observas con media distancia, no está tan mal… ¿o sí?

La duda del ¿o sí? Viene porque no todos somos iguales, no todos observamos la vida igual, no todos nos satisfacemos con lo mismo y no todos creemos que Batman sea un gran detective pero que solo gana a Holmes en sus cachivaches.

Lo que distingue el salto del asiento es el número de discos que tienes esperando a ser escuchados. El del salto tiene más porque mientras salta poca música escucha salvo que llegue unos cascos bluetooth bien modernos. El del asiento escucha música, constantemente, pero es música impertérritamente continuada en las armonías y melodías, son poco arriesgadas, no tienen una sílaba malsonante y no hay disonancias a ritmo de fusas.

¿Y tanta frase extraña? Pues es lo que se ocurre en una tarde otoñal…o estival o lo que toque.
El desierto está oculto, escondido o perdido…los pies…deseados.

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