domingo, 25 de noviembre de 2018

Raras imágenes

  • Es fácil, le das al botón de "ignore" y ya no sabrás más de él.
  • Pero...¿desaparecerá de mi vida?
  • Bueno, siempre que tengas el botón de "ignore" pulsado, sí.
  • ¿Eso quiere decir que tengo que tener mi dedo permanentemente en el botón?
Alice McHatesand tenía la cara desencajada, solamente quería librarse de la presencia de Jim Horrowful. El mismo que hacía apenas dos semanas había estado en su jardín besándola a espaldas de su marido. Su marido era el propio Jim pero cuando follaba con él pensaba que le ponía los cuernos e imaginaba que ese Jim no era su marido. Eran los entornos los que cambiaban

Pero Alice no entendía de entornos, ni de circunstancias, ni siquiera entendía el periódico porque se liaba entre las noticias nacionales y foráneas.  Alice sólo entendía de zapatos y del color del vestido de sus 3 hijas. Su marido Jim entendía de las noches, del pasado, de la mañana que llegaba y del olor a sexo cada día satisfecho por una taza de café recién hecho mezclando en su nariz el aroma de la cafetera con el olor del coño de Alice que acababa de saborear.

Pero Alice tenía un admirador en una red social, y no sabía qué hacer con él. No era feliz con su marido pero tampoco quería sentir unos labios distintos. Realmente no quería sentir ningún labio, ni los de Jim ni los de un extraño...porque Alice simplemente era tan perfecta que el único lugar donde podía sentir una pequeña satisfacción era en universo rodeada de sus hijas multiplicadas por mil, mil réplicas incesantes a su alrededor con mil vestidos elegidos por Alice y, si era posible, alguna réplica de ella misma, de Alice con unos preciosos zapatos.

Jim, por otro lado, era tan normal que entendía que follar era algo que molaba mogollón y que si no lo hacías con tu pareja entonces había un problema...fácilmente resoluble pagando o, no tan fácilmente, enamorándote de otra persona que se enamorara de ti y que le molara el sexo tanto como a él. Esta opción era una ecuación diofántica muy complicada.

Pero Alice no entendía nada de sexo y la vida le resultaba un constante trámite de papeles para demostrar quién sabe qué.

Y Jim miraba...a  Alice o al chaflán de la esquina que se dibujaba entre el cuello de Alice y el ir y venir de la gente. Y preguntó:
- Alice,...es tu nombre ¿o es en honor de Alice?

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