martes, 10 de abril de 2012

De vuelta a la rutina


Volver de Semana Santa es como volver de un sitio en el que no estabas especialmente bien pero que tampoco te apetecía dejar del todo. Es una vuelta extraña porque no has tenido el suficiente tiempo para cansarte de las vacaciones pero se queda largo para lo poco que uno llega a hacer…o al revés, se queda corto porque tienes la suerte de empezar algo interesante pero te quedas jodido porque no acabas de disfrutarlo por lo escaso del tiempo que tienes por delante.

El no estar especialmente bien puede ser porque es una rutina extraña, porque es un escape artificial, porque no eres tú mismo o porque el tiempo es demasiado corto para los planes. El no querer dejarlo puede ser porque no quieres volver a la rutina habitual, porque el escape es una liberación, porque sabes que tampoco serás tú mismo en la vuelta o porque quieres que el tiempo sea más largo para los planes.

Al final la Semana Santa la disfrutan de verdad los hosteleros y los fervientes aficionados a las procesiones. Una buena procesión satisface a todo el mundo alrededor, al que anda debajo de la talla correspondiente, costalero de pro, porque está culminando todo un año de preparación, al devoto sea costalero o seguido a pies juntillas y a veces descalzos de lo que ve, al turista que va a observar la curiosa interpretación de la religiosidad del pueblo de turno –con gritos de saeta en Andalucía y con silencio terrorífico en la antigua Castilla-, y al hostelero que aprovecha las multitudes para hacer el agosto en marzo o abril.

Pero si eres turista de los de disfrutar de tardes tranquilas o noches divertidas, si quieres leer o escuchar buen rock, si necesitas del libro amigo o de los amigos con quien cantar una canción de Oasis, si te gusta la sensación del estómago cosquilleante…entonces creo que tienes que buscar una alternativa la procesión de rigor.

Mis viernes de pasión andan por el olvido, no sé si alguna vez hablé de esto en alguna parte de este miserable blog. Recuerdo viernes plagados de embriaguez con la Velvet Underground y una botella de DYC ventilada a palo seco mientras el disco del plátano iba sonando…y después el Harvest de Neil Young. Recuerdo Semanas Santas dolorosas que se quedaron en el pasado como recuerdo de lo que está en algún lugar.

Ahora son sucesos extraños por esperados…

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