Total, que mi mochila de personalidad estaba repleta de influencias familiares, para un psicoanalista sería como abrir un regalo de navidad lleno de complejos infantiles, atávicos y, por supuesto, sexuales. Así iba yo por el mundo, sintiéndome superior sin serlo, sintiéndome inferior sin serlo, con una ironía malentendida por mis congéneres, o hasta por mí, con una soltería mal llevada y un deseo de libertad con grilletes difícilmente asumible por cualquier persona normal. Ese era, ese soy yo, un perfecto imbécil a punto de recibir un galardón, esperando en el pasillo de los premiados, vestido con la camiseta de la selección jamaicana de curling y furmando un puro habano confeccionado en las Alpujarras. Un desastre.
miércoles, 19 de octubre de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Calor en agosto… Hace calor en agosto, el año pasado fue en julio, como el anterior, y el anterior del anterior…yo diría que julio tambi...
-
Nada, no existe nada. Solo un pequeño ápice de realidad entre tú y yo. Pero apenas nada más. El mundo que vivimos nos lo robaron, fue ...
-
Es extraña la sensación, hacía años que no concluía un cuento. Mola escribir. Ahora vamos a dormir...
-
Buenos días desde un sitio que no sé cómo se llama, ni dónde está, ni a qué huele. - Cariño no me entiendes. - Bueno, no es exacto, e...
No hay comentarios:
Publicar un comentario