sábado, 16 de junio de 2018

Humo de fondo



El sonido de una trompeta resultaba evocador. Años atrás Juan era un aficionado al jazz, un aficionado incipiente que podría haberse convertido en un mediocre y entendido conversador de la música americana que tan pocos de Madrid conocen pero que tantos aprecian como “música de fondo”. Años atrás era feliz con el sonido de una trompeta. Ahora recordaba aquellos años.

El bar no era más grande que el despacho del director general de la empresa donde Juan pasaba día tras día sin gloria y sin penuria su existencia. Era la mano derecha del director general, pero no acababa de ver claro lo que eso significaba porque ninguna decisión importante pasaba por sus manos. Debía ser que las decisiones importantes se tomaban con la mano izquierda.

Y ese año, a finales del verano, con el otoño llamando a la puerta, abrieron a escasos 10 metros de la oficina un bar de música en directo con nombre curioso “Humo de fondo”. El nombre le atrajo, le recordaba al jazz por el término “de fondo”, y además el hecho de plantear directamente la presencia de humo resultaba hasta un osado atrevimiento, atractivo y desleal con las buenas maneras, un descaro para los tiempos que corremos. Porque aunque Juan no fumaba respetaba el humo y más en un bar. Un bar sin humo se le asemejaba a una sala de espera de una multinacional donde una entrevista malévola para conseguir un empleo aguardaba, mientras una garra de inseguridad te atrapa despiadadamente.

Y “Humo de fondo” no era más grande que el despacho de Arturo, el director general y tenía humo, el suficiente para charlar con confianza, con la tranquilidad de que no te espían.

La música jugaba a su favor. Ponían mucho a Billie Holiday, especialmente a partir de las once de la noche,…antes podías toparte con Bob Dylan, o James Taylor o Donovan…a partir de las once jazz, por regla general.

Juan se convirtió en habitual. A veces salía a las ocho e iba para allá, total solo eran diez metros. Y salía de allí a la una o dos de la mañana. A veces quedaba con algún amigo, a veces con alguna amiga, y últimamente se las apañaba para charlar de lo divino y lo humano –sobre todo de esto último- con Luis que era el camarero y dueño del local junto con su hermana Pepa.

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