sábado, 16 de junio de 2018

Síndrome de Estocolmo - Yo la tengo



No hay nada cercano a mí que yo sea capaz de atisbar que importe en tus días, por otro lado en los míos no hay nada que desaparezca completamente, no hay nada que se desvanezca cuando aparece la mañana. Claramente se muestran los fantasmas y los dragones con los que luché ayer y volveré a luchar hoy. Es una rutina de cada mañana, el bucle con el que me levanto y que voy agotando según avanzan las horas del día. Da igual que sea festivo o que llueva, que esté en Japón o que vaya en bermudas, todos los días tengo varios dragones a los que sobrevivir porque sé, fehacientemente, que no derrotaré a ninguno de ellos.

Este día de la marmota de día en día, de estación en estación, a veces se ha visto interrumpido, pero empieza a resultar complicado el creer en esas interrupciones. ¿Qué ocurre cuando desaparecen las interrupciones? ¿qué pasa conmigo? sin coraza, liberado pero con la terna de bichos escupellamas cerca de mí no sé cómo ni a dónde moverme. Sin protección, sin forma de cubrir mis brazos, quemándose con una mezcla de azufre y saliva en llamas. Y sin saber cómo evitarlo salvo el esperar a la noche, momento en el que los dragones deciden irse a dormir a eso de las diez, no más de las once, de la noche con la esperanza y la certeza de que mañana el juego se repetirá. Pero yo no juego…ellos parece que sí.

Tengo la sensación de que hay alguien sentado en una grada contemplando el espectáculo de sufrimiento con el que voy torciendo el gesto cada jornada, alguien que anda comiendo palomitas mientras observa como voy destrozándome y mis despojos son baqueteados por una lluvia helada. Y la palomitas se van cayendo de la bolsa mientras de manera obscena el observador sonríe y come otra palomita, otra palomita, una tras otra, mientras los dragones también ríen. Y no sé salir…y a veces parece que echo de menos que los dragones no aparezcan antes cada mañana.

Me han dicho en el pabellón de los tarados emocionales que padezco Síndrome de Estocolmo, y la definición me parece más que adecuada, y no precisamente por el síndrome. Es curioso, hay días que te encuentras canciones olvidadas que tienen la magia de describir ciertas situaciones. Y es complicado encontrar una canción mejor que ésta para este momento.

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