sábado, 9 de junio de 2018

Sin rumbo...




Cuando las cosas son o dejan de ser duelen en un espacio comparable a varios universos sostenidos todos ellos por el recuerdo de tu mirada en una montaña más allá de los Cárpatos de tu corazón. Toneladas de días grises y primaveras extrañas golpean como un tic tac mis días, mientras deseo que las nubes aparezcan para ocultar el brillo de un sol que aparece solamente cuando tú te vas, en la esquina donde termina el barrio del Sur.

Una vez que te fuiste comenzaron los sarcófagos a aparecer entre adoquines de metal precioso, y los muertos se peleaban intentando colectar el oro que dejaste por todos lados. Mientras, yo miraba el espectáculo depravado, apestando a la hiel que deja tu ausencia en mis días. Cajones de esperanzas guardaban enterrados sus devaneos con la felicidad mientras una espiral de sueños perdidos eran arrestados y puestos bajo la custodia de unas esposas de latón mugriento.

Varios músicos aparecieron con los instrumentos rotos y una carta a un dudoso Santa Claus que, al parecer, solamente traía regalos a los personajes de una novela de Lovecraft. Y una chica hablaba de Nicholas Cage y su conversación no me interesaba y otra iba flirteando con un señor vestido de payaso, intentando quitarle la nariz roja pero esta no era postiza. Nadie sabe como apareciste, porque nadie estaba allí salvo yo. Y mis recuerdos intentaban borrarlos los policías de la poesía a los que diste mi dirección...pero yo huí al otro lado de la ciudad, al barrio donde sucedía este apocalipsis onírico, lleno de sustancias densas, con un aire cargado. Mientras tanto un corifeo iba cantando el nombre de los que nada supieron y sabrán todo.

Alguien susurraba por el vecindario, donde todos se ocultan bajo sus sonrisas, que el amor era una trampa. Posteriormente sonó una carcajada infinita en tonos menores cuando Pergúmeno se volvió para verme buscar un disco de Van Morrison y una casa en medio de la nieve, intentando pescar el alimento que llevarte la mañana siguiente para desayunar. era la risa vengativa por haberle olvidado, pero eso no cambiaría nada, Pergúmeno era el pasado y Gari el presente y Gari era yo y tú era Jana la duquesa que ató los pensamientos de Gari a una balaustrada bereber.

Escuché como una chaqueta de pana volvía loco al personal que se encontraba sentado en el bordillo de la calle Sadtears, yo andaba con colonia de imitación cuando me di cuenta de que no todo era gratis y que las monedas de mi bolsillo eran de un plástico que imitaba una porcelana decorada con colores pastel.

Cuando las cosas son o dejan de ser duelen, siempre duelen, elegir es descartar, descartar es escoger unas cartas que nunca sabes quién escribió y eludir las cartas que podrían haberte escrito.


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