domingo, 9 de septiembre de 2018

¡Largo!

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Supongo que es normal...el mundo se cae y yo no sé recomponerlo. ¿Cómo se hace para dejar de odiarse a uno mismo?
Los carteles de agosto cayeron, las brumas del otoño pueden notarse en el ambiente, no se ven, pero ahí están, un otoño que siempre he deseado. Pero ya el año pasado el otoño no apareció así que todo podría ser ficticio, un año sin otoño es soportable, dos comenzaría a ser una tortura.
Los carteles de agosto cayeron y ayer caían chuzos de punta. Mi entendimiento es una alabanza al descuido y a lo destartalado de mi alma. Estoy desnudo salvo unas alpargatas de empapadas y a punto de descomponerse, un esparto que se deshace, una desnudez de vergüenza propia y ajena, mi alma no está depilada, no es coqueta, no la cuido. Da asco mirarme, soy el estiércol del alma. No sé cómo hacer para no pensarlo.
No me dejan entrar en los edenes de las palabras, no sé nada de un mundo del cual deseo saberlo todo, no sé los minutos o las horas o los días. Fuera, largo de aquí, la verja del paraíso está echada, piensa en la bicha deslizándose, duerme con su lengua bífida, pero largo de estas puertas.
Camino sin andar, como decía Triana, estoy fuera de sitio.
Largo.

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