jueves, 3 de enero de 2019

La Duquesa del Guadiana



Fragmento de un cuento encontrado entre los restos de la muralla de Córdoba por un soldado de las huestes de Fernando III.

"En el muro del dolor hay una capa que esconde todos los animales en los que nos habíamos convertido en el pasado y en los que serán nuestra compañía en el futuro. En ese muro puedes pasear por su filo como si tuvieras una almohada que cuidase de tu caída, como si una ventana fuera tu vía de escape, como si estuviera a tu lado, pero yo estoy abajo contemplándote, como uno de los animales que fuiste a buscar en el muro. Soy un animal de tu granja, uno más que quieres domesticar y que echas a patadas a veces y otras simplemente desapareces para que busque tu mano en pos de un alimento que le tiras de vez en cuando, sin más interés que el que salte para ti. Soy tu animal de granja mientras que la granja comienza a incendiarse sin ningún sentido más que los estallidos de incomprensión.

Pero tú no miras las llamas, solamente te acuestas en el sofá que fotografié en una tarde de verano con la canícula fuera y el carro del deseo esperando para salvarte de las garras del sexo desordenado. Viviendo una vida de lujuria que no habrías imaginado pero que anhelas cada noche de verano, el resto de las estaciones simplemente tocas tu cuerpo pensando en las manos que podrían deslizarse sobre él y eso te lleva a otro libro de poesías no escritas, perezosas hasta que llegue el domingo para pasear por la ciudad. Y yo ando sentado en el patio de butacas amando vivir una vida placentera y viendo tu función de cada tarde de domingo veraniego e imaginando lo húmedas que pueden aparecer tus sábanas cada mañana. Y el visir, mientras tanto, aplaude con las palmas de las manos enrojecidas de una emoción que él mismo desconoce, y yo miro al visir y tus pies descalzos sobre el escenario sin entender por qué la luna de agosto sigue apareciendo cada mes.

Ayer te compré en el bazar dos conjuntos de ropa interior que harían la delicia de cualquiera pero que finalmente tiré por un hueco de la muralla que daba al contrapeso que acciona el mecanismo de bajada y subida de la puerta norte de la muralla. Mientras miraba como lentamente caían sobre el techo de los mismos pensé que era el mejor sitio para la seda que iba a acariciara tu cuerpo, sobre el contrapeso vivirían una vida de subidas y bajadas, como las que das a cada uno de tus animales de granja.

Y a la salida del rellano al que da lugar nuestra habitación imposible veo la calle muerta que nos enseña como van las vidas por estos barrios donde tú eres la reina y todos trabajamos para ti, nuestra querida duquesa que emulas a un Guadiana, apareciendo y desapareciendo. Tu Guadalquivir es demasiado sencillo, es navegable, mientras que el Guadiana es impredecible."

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