“Yo quería una misión, y por mis pecados me dieron una.”
La frase es de
Apocalyse Now, la dice el capitán Willard -Martin Sheen- en su habitación de
Saigón, esperando que comenzara un viaje que le llevaría próximo a la locura. Y
ayer en Anfield los jugadores vestidos de rojo tenían una misión en mente. Sus
pecados fueron enmarcados en una escena situada en el Camp Nou hace una semana.
Un partido donde ejercitando un juego sólido y de solvencia, se quedaron en
nada, en menos que nada, en una derrota quizá incomprensible, pero ahí estaba,
un contundente 3-0 que suponía una tarea hercúlea a la vuelta.
La remontada
aparecía como una misión imposible donde además de lo complicado del resultado
había que sumar las lesiones de Firmino y Salah, sus dos estrellas en la punta.
Firmino, el hombre de la pausa y de las decisiones en la delantera, Salah el
talento explosivo. A la lista de damnificados se sumaba Keïta como castigo
adicional al excesivo 3-0 del partido de ida en la ciudad condal. Pero los
chicos de ese irreverente alemán rubio con pinta de DJ querían llevar a una
multitud al éxtasis en una noche de 120 bps, perseguían conseguir un clímax,
querían el orgasmo que les podría esperar en una noche loca de baile en uno de
los estadios míticos del balompié, en el templo de los Reds, con la grada Kop
gritando y volviéndose loca ante lo increíble, el triunfo de lo imposible
Porque era
imposible, era un trabajo dionisiaco salir a pelearle un puesto en la final de
la Champions League al Barcelona, con un 3-0 en contra, con tus estrellas lesionadas,
con la sensación que tu mejor partido te había deparado una derrota
incomprensible pero que estaba allí. Y tenías que luchar contra eso.
Así que no había
otra forma de afrontar el partido de vuelta más que con la pasión del que juega
a este deporte como si fuera un partido de barrio. Así llegó el Liverpool, con
el desparpajo de los colegas de la calle de al lado, del campo de tierra, del
arrabal, del que sale a jugar sabiéndose peor por la fama pero con la
conciencia de que, al final, son unos tíos con pantalón corto que juegan contra
otros que también llevan pantalón corto…y si todo se desarrolla bien, once
contra once.
Así afrontó el
partido el combinado rojo, el de la ciudad donde cuatro muchachos crecieron
para enseñar al mundo que la música no es una cuestión de viejos, dónde la
clase obrera creció en la grada The Kop para buscar sus ilusiones cada fin de
semana, en un lugar distinto al puerto o Kirkdale. Con la consistencia del que
se juega poco en el resultado y mucho en la actitud. Y poco a poco, la historia
que ya estaba escrita tuvo que llamar a un nuevo escriba que redactara el
destino de esta semifinal de Champions.
Esto está
escrito antes de saber qué pasará con Totenham y Ajax, pero da igual, porque la
realidad es parecida. Da igual si pasan Ajax o Tottenham, ambos han sacado de
la vía a los esperados, a los chulitos, a los que sacan portadas de periódicos
un día sí y otro también. Ajax, Liverpool, Tottenham...son caras exactas de la
misma moneda. Tottenham y Ajax están enfrentados en una semifinal de barrio,
donde los equipos se juegan el prestigio entre el barro de los no alumbrados
por el poder establecido, no hay Juventus, no hay Barcelona, no hay Real
Madrid, ni Bayern Munich ni Manchester City o United. Son las semifinales de
los outsider. De los que no salen en los periódicos como los grandes
reventadores del mercado, los que tienen que ganar sí o sí, los que gastan y
gastan, fichan a mil millones por minuto, se ríen del resto y además van
configurando el negocio del fútbol de los próximos años en nuevos formatos de
la competición continental donde los “grandes” se repartan los beneficios de
las televisiones en una fiesta de la opulencia donde los que no están invitados
quieren entrar simplemente para tomar cacahuetes…el caviar es para otros.
Por eso me
alegro de lo de hoy y de lo de mañana, pase quien pase -aunque voy con el
Ajax-, la final de este año va a joder a unos cuantos, no hay ninguno de los
que preparan el “futuro” de la competición, no hay ninguno de los que diseñan
lo que debe ser, no están los que juegan a los dados para decidir los próximos
balones de oro, los próximos presupuestos, las próximas reglas o si el VAR
tiene sentido o no,…simplemente van a estar el Liverpool y el Tottenham o el
Ajax.
Esto es un palo
para muchos, con esto no quiero decir que el Liverpool sea un “pobre de Europa
en el fútbol” pero para mí no es uno de los que ”manejan”, no es quien va
regando el paso de Ceferin o del siguiente que llegue.
De todas
formas…me quedo con el cuarto gol del Liverpool, No sé si esto es el triunfo de
los que crecieron jugando en el barrio pero para mí es el triunfo de lo
alternativo. No hay una única realidad, las realidades dependen del futuro que
se plantee y, en este caso, el futuro del día uno de junio tiene una pinta muy
interesante
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario