jueves, 15 de marzo de 2012

Hace tiempo comenté sobre las ciudades sobre las aguas


Hace tiempo…años, lustros, decenios, siglos quizá, alguien me dijo que no hablara de Venecia porque le dolía. La verdad que no lo dijo de forma tan poética, poca gente habla de forma poética y en esta persona el hablar, lo que es hablar, es relativamente escaso. Pero a mí se me quedó grabado el supuesto dolor que podía causar una ciudad como la de los canales. Ciudad sin ruido de autos, ciudad con el peso de los siglos a sus espaldas, peso tan rotundo que hace que sus cimientos se hundan en el Adriático poco a poco.

Hace tiempo que la gente va y viene en lo que es el universo de incoherencia que me rodea. Me dicen una cosa para hacer la contraria y entre medias tienen un puñado de excusas. Excusas por las cuales al ir a venderlas al mercadillo no me daban ni un chavo. Pero ese es otro tema, largo o corto, pero otro.

Hace tiempo que hablar de Venecia es un tema olvidado pero con peso melancólico. Ciudad del recuerdo, bizantina eterna, medieval constante e independiente cada minuto. Plaza de San Marcos donde ves cómo el agua se infiltra en las terrazas de cafés decimonónicos que olvidan a Garibaldi y recuerdan al dux. Ciudad de góndolas con cantos personales que no quieren ser italianos más que en el idioma. Ciudad que no sabes de donde viene ni a donde va. Ciudad por la que pasear es un placer irreal y extraño, pero placer.

Hace tiempo que no sé muy bien si escribo por recordar o recuerdo para escribir...o ni una cosa ni la otra.
La imagen creo que es la del momento de no hablar de Venecia...


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...