domingo, 9 de octubre de 2016

Historias pendientes...




De dónde viene Nino...


Llegado este punto creo que debería explicar de dónde vengo, quizás así un posible lector se pueda hacer una mejor idea de por qué tengo este punto de imbécil mezclado con soberbia estúpida. Bien, vengo de mi familia. Lo mismo no sorprende este hecho, podría parecer común al 100% de los mortales…pero no, mi familia no es común al resto de los seres que caminan por este planeta con la intención simplemente de vivir. Mi familia es especial, estamos dotados de un olfato asesino para detectar a las personas tranquilas, aquellas que solo dan su opinión sin más interés. Las destrozamos, consideramos simplemente que no están a la altura de nada, mucho menos aún de emitir una opinión.

Y esto, ¿de dónde viene?, posiblemente dentro del holoceno, pues allá por el neolítico. Cuando el homo sapiens desarrolló la agricultura y a fuerza de ver crecer hortalizas algún sector de una tribu empezó a ver como crecían los melones y lo asimiló a lo que ocurría en el resto de la tribu…también crecían los melones, los tipos insulsos que no le daban vueltas a nada. De ahí a empezar a despreciarlos medió un pequeño paso que se asentó como gen en mi familia. Afortunadamente de vez en cuando nos daban una paliza los supuestos melones y nos hacían reconsiderar y suavizar nuestra postura. 
Así durante miles de años hasta que con la llegada de la imprenta nos dedicamos a leer para pensar que, de esa forma, al menos seríamos  más fuertes que los otros en algo…pero además nos sirvió para creernos especiales. Este otro error nos llevó de nuevo a una serie de palizas por parte de los machotes. No sé en qué momento nos llegó la mutación correctora del sentido del humor la cual, creo, es la que nos ha salvado. Al menos somos graciosos. O eso dicen.

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