miércoles, 28 de diciembre de 2016

Escribiendo con Miel de Tupelo...



Bueno, pues avanzan los días de las fiestas de otro año, milenio de 16 años de edad en occidente. No todos miden igual el tiempo.

Leo cosas de política, mentiras de unos y otros, los puros mintiendo como los impuros, los cátaros pecando como los clericales. Si algo tiene la política es que es muy igualitaria. Todos, más tarde o más temprano, caen en los mismos vicios. Bueno, todos quizás no, simplemente la mayoría. Y, la verdad, casi prefiero un imperfecto que un perfecto, porque este último se vuelve radical y va quemando Migueles de Servet. El calvinismo es peligroso cuando lo ejerce Calvino.

El imperfecto que ve su imperfección, sus vicios, como algo a evitar, al menos es consciente de lo bueno y lo malo y puede investigar con cierta comprensión donde mejorar. Dudo que Stalin, Hitler, Lenin, Mussolini, Pol Pot, Franco, Fidel o Pinochet, se vieran con defectos. Todos ellos se creían puros o al menos por encima de la masa que tenían que gobernar, educar, dirigir, comandar, conducir, todo por el bien de la masa.

Dicho esto…prefiero escuchar a Van Morrison y su Tupelo Honey que tanta tontería teñida de comprensión o de buenismo o de abrumadora soberbia que yo me paso, la verdad, por el forro de los cojones. Esta expresión, la de “el forro de los cojones”, me hace gracia. Curioso eufemismo.

Sigo con Van Morrison, tengo el Moondance en vinilo, me parece a mí que lo voy a tener que pillar en CD, lo mismo que el Hotel California…son discos que se merecen los formatos que sean necesarios para poder oírlos cuando te salga del…¡forro de los cojones!

Mis discos de Navidad ya son dos…seguimos mirando el armario para ver cuál es el siguiente.

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