sábado, 24 de diciembre de 2016

Y llega la Navidad.



Hoy es víspera de Navidad y en estas fechas la gente va escuchando villancicos, canciones de paz y amor. Canciones que no se escuchan nunca más hasta pasados los 365 días de rigor que nos traen de nuevo estas fechas. La gente se reúne, discute y ríe y manda mensajes de esperanza, cargados de palabras tan usadas que, para mí, dejaron de tener sentido. Es un caramelo tantas veces lamido que el azúcar del mismo ya despareció, el sabor dessabido de saborearlo, el olor inodoro de tanto olerlo. Palabras de un mundo que contemplo desde la colina del loco.

Yo me levanto hoy y con una taza caliente de infusión y me coloco el maravilloso The Trials of Van Occupanther, precioso disco de Midlake, del cual creo que ya he puesto algo por aquí pero no recuerdo. Una auténtica maravilla que todos los que no lo tengan se han perdido, y no sé por qué me parece que encaja perfecto para la Navidad. Cada uno de sus cortes son bellos y obedecen a una construcción perfecta. Un castillo con las piezas justas, adornos contenidos sin caer en un barroquismo pomposo, melodías perfectas, conjunto sin fisuras que te acaricia cuando lo escuchas. Tengo algún otro disco de Midlake pero no llega ni por asomo a esta obra maestra.

Y suena acorde tras acorde como un traje a medida para mi Navidad, que no es la de otros. Cada uno se toma estas fiestas como mejor –o peor- cree, y es decisión de uno mismo reír, llorar, gritar, sufrir, amar, perdonar, odiar, abrazar, dar la espalda, pensar, dormir o mirar el horizonte como si hubiera una playa invernal al otro lado del asfalto.

El lado amargo siempre puede caminar a nuestra espalda, por uno de los lados de la vereda que forman nuestros pasos. Puedes felicitar como antes o como ahora. Puedes copiar y pegar otros mensajes por sms, whatsapp, por email, twitter, Facebook, linkedin, Instagram, o puedes rememorar el pasado mandando “krismas” (curiosa acepción la del castellano para la tarjeta navideña). Puedes inflarte de abrazos con los cercanos y con algún lejano tipo cuñado “Fernando” que se acopla y que tienes que soportar porque es Navidad. O ser más liviano y persistente, o pesado y aséptico. Escoge la mejor aproximación…como la del Gordo.

Yo siempre me he tomado un poco mal lo de las felicitaciones. De pronto te llegaba una llamada de alguien para decirte Feliz Navidad, un alguien del que llevabas meses sin saber de él, del orden de 12 meses, y de pronto te asaltaba para decirte “te llamo para desearte unas felices fiestas”. Y yo me cagaba en su padre. "¿Qué pasa, que el resto del año no tienes que lavar tu conciencia y no necesitas hablarme?"...pues eso, a tomar por culo. Hoy estoy tan abrumado por tanto desconocido que me felicita que si tuviera que cagarme en todos debería dedicarme todo el mes de diciembre a inflarme con contundentes platos de fabada y posiblemente no daría abasto. Así que en un ejercicio deslumbrante de onanismo intelectual, tomo la decisión masturbatoria de ser exquisito y exigente a la hora de elegir en quien me cago. Todo porque hay un gran ganado dispuesto a recibir mis excrementos sintácticos y semánticos a tenor de la insistencia en felicitarme.

Entretanto, leo asuntos de coherencias, algo muy recomendable, la coherencia. Y las mujeres del desierto abandonan la arena por las aceras de la gran ciudad en estos tiempos de paz, amor y felicidad, buscando el motivo de la Navidad. Buscando unos magos que tornasen el blanco por el negro, magos que por Madrid te esconden el as de oros en la carta que menos esperas…brindo por ello.

Resumiendo, no me parece nada raro escuchar Midlake y que The Trials of Van Occupanther sea mi disco de la Navidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...