martes, 7 de marzo de 2017

Canciones...


Hay canciones que, no sé por qué, me recuerdan la era del jazz. Una de ellas es “every time we say goodbye” en su versión de Ella Fitzgerald. La realidad es que es bastante posterior a los años 20, en concreto es del 44, pero hay varios factores que me hacen asociarla con los locos 20, las flapper, la intelectualidad o las vanguardias.

Uno de ellos es que fue escrita por Cole Porter y fue uno de los abanderados americanos durante esos años en que los tipos adinerados del otro lado del atlántico deambulaban por Paris de fiesta en fiesta. De ahí a la asociación con Scott Fitzgerald va un paso apenas discernible de la continuidad que dirige mis pensamientos por estos caminos donde una cosa te lleva a la otra. Y pensar en Fiztgerald siempre me lleva a la era del Jazz, sus cuentos de la era del jazz.

La versión de Ella (la otra Fitzgerald de este texto) me parece sublime, melancólica, y con la belleza y perfección que esta señora imponía de manera rotunda en cada una de sus interpretaciones, más aún en los discos de Norman Granz, al que me imagino como un obseso de la perfección.

La canción es sencillamente maravillosa, como mucho de lo que salía de la cabeza del genio de Cole Porter. Y siendo una letra de amor, quizás cursi, no deja de esconder la fuerza que el amor puede tener en una personalidad tan arrolladora como la del músico americano. Protagonista de escándalos y líder de una forma de entender la vida donde la elegancia se unía a cierta provocación dentro de un orden y plagada de inteligencia. Todo ello no exento de un hedonismo financiado por el auge, admiración y el éxito que le rodeaba.

La canción es maravillosa y siempre piensas con ella que la belleza puede unirse al dolor de la lejanía de quien te hace sentir la primavera.. Las preguntas luego serían relacionadas con una racionalidad para averiguar quién te enseña la primavera. SI te haces esas preguntas, mejor no escuches la canción, mejor espera a simplemente sentir ese pellizco de tristeza mientras sonríes disfrutando de tan preciosa melodía.


Me gustan las historias de flapper…pero sería complicado que una flapper lo fuera perennemente, es más fácil pensar en otras realidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...