jueves, 12 de agosto de 2021

Cuento que no es cuento



La música era de cuento

y como cuento te conté

los desastres de tu guerra

los horrores de mis golpes

el rumor de tanto invento

ese conocido como amor

ese que rompimos con abrazos

en la mañana muda, sin acordes.

La música me llevaba por tus vientos

suspirando sin resuello 

por esos besos tuyos, tan remotos

que apenas los pude distinguir en el barco donde amabas a Kerouac.

Y la historia ya no era un cuento

era un estiramiento de artes mañas

en una función de estraperlo

prestidigitadores en el arcón de tus palabras

una canción jamás compuesta

y los poemas de mil tierras de ultramar.

El cuento desaparecía como se iban tus jadeos

en las lunas de mil años sin una mengua 

creciendo entre tus pechos de princesa

sintiendo un pudor poderoso

y un poder pudoroso

oculto entre los bajos de la cama

mientras por la puerta un comisario

esgrimía la placa de la policía secreta

para llenarlo todo de prosa vulgar.

Y en la carcel de la historia se pudrió nuestro rencor

dando lugar a flores decadentes

en un jardín de comprensión imposible

y de deseo fugaz y eterno.

Así nos vimos el otro día en la fuente

al cogernos de la mano

y observarnos

diletantes en el cuento

que escribimos lentamente.

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