sábado, 14 de enero de 2023

Raro...

Las notas son falsas, eso pensaba Joe a las tantas de la mañana, son falsas porque le generan bienestar y eso es muy falso, pensaba mientras intentaba apuntar unos acordes en un mástil desgastado. No se daba cuenta de que eran falsas porque la mañana se suele pintar con brochas grotescas, azules por lo general, y son tan espantosas que la tarde huye de los colores que presenta a eso de las seis de la tarde. Y, cuando dormimos la siesta, esa que nos merecemos, alguien llega y nos presenta una puta mierda y nos dice que este es el nuevo hombre y otros decimos que el nuevo hombre debería tener una cinta de cinematografía colgando de la polla y algunos se escandalizan y mientras tanto llega este nuevo hombre con baba en la comisura de los labios pero con su orden bien clara, marcada por aquellos que se creen que saben más que la sabiduría que alberga una lasca de sílex. Este nuevo hombre que nadie esperaba, este nuevo hombre que ni es de Nietzsche ni de nada y del cual Hegel se avergonzaría pese a su probable ímpetu brutal de estupidez humana, ese nuevo hombre sería suficiente en una parte de los gilipollas para que tuvieran la sensación de que tendríamos que adorarlo porque sí…y si alguien nos dice que nunca deberíamos haber deseado al nuevo hombre pues habría que encarcelarlo...¡menuda barbaridad! Pero, mientras tanto, este nuevo hombre se erigiría en nuestro nuevo paradigma, saltando y brincando y ganando todas las partidas de póquer que se le presentasen. Y, mientras tanto, ¿qué haríamos nosotros?…pues aplaudir, joder , pues claro, aplaudir.

Si no nos quedan monedas para jugar, qué podemos hacer más que escuchar qué toca en el local, no nos quedan muchas más opciones. A lo sumo esperar que una luz brille por nosotros como una canción de media tarde que está compuesta para nuestra alma, pensando en lo complicado que es levantarse después de cada golpe. Porque, joder, cada golpe duele y levantarse es una tarea hercúlea que no sabemos valorar. Cada día de nuestros fracasos duele, cada minuto del mundo duele, y nos duele a todos. A los que tenemos lavadoras y a los que no saben si mañana volverá a amanecer.

Joder…pensemos en todos.

Y no es justo nada de lo escrito.

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