Calor en agosto…
Hace calor en agosto, el año
pasado fue en julio, como el anterior, y el anterior del anterior…yo diría que
julio también, y antes? Pues antes la
pandemia, y antes, pues antes los hielos, la capa de ozono, el coleóptero libanés,
o el mastuerzo de alguien de derechas o de un anti movimiento de muchas letras.
Sí…hace calor en agosto,
posiblemente los humanos tengamos mucho que ver, posiblemente podamos hacer
algo –quizás poco, pero algo y solo por ese algo habría que apostar-, pero no
nos volvamos locos. En agosto siempre ha hecho calor, ¡hostia puta!
Que sí, que puede que haga más,
que no digo que no, pero de ahí a sacar una cabalgata mediática en contra de la
derecha –todos sabemos que la derecha quiere un cambio climático porque así
cuando llegue el nuevo orden mundial de calor la izquierda arderá por sus
pecados, que eso es muy de la izquierda, porque es pecadora-. Y a mí la derecha
me la suda... como la izquierda, a mí lo único que no me la suda es la gente,
pero la gente es de derechas o izquierdas y así no sé dónde vamos a llegar.
Porque la realidad es que la gente no es de derechas o de izquierdas, lo es
para odiar o para votar o para una entrevista con el micrófono con el
periodista –o no periodista- gilipollas de turno que le impele a una respuesta
agresiva, para una tertulia agresiva, en una cadena agresiva, para lograr una
reacción agresiva. Idos a tomar por culo hijos de puta.
El follonero, el Wyoming, Telemadrid,
los del Toro esos, la COPE, la SER…Federico… todos a tomar por culo. También es
verdad que el calado intelectual no es el mismo –a mí me puede alguien que es
capaz de recitarme todos los reyes españoles desde 1500-, pero que son todos
incendiarios de esta piel de toro que tan poco necesita para arder por los
cuatro costados. Y, por desgracia, me remito a las pruebas de este verano
desolador por tanta hoguera inflamada que está llevando a nuestros campos a la
devastación.
Alguien me dijo una vez “yo soy
demócrata con los míos”, lo cual es sinónimo de “yo no soy demócrata”, eso me
lo ha dicho gente que votaba al PP y gente que votaba al PSOE…lo mismo. De aquí
qué podemos deducir…que no existe empatía. Tal cual. Hoy hablaba con un primo y
nos dábamos cuenta que la mayoría de las críticas que ejercemos tienen su raíz en
una ausencia brutal de empatía. Nadie quiere ponerse en el lugar del otro, es
muy jodido, no vaya a ser que, de repente, ¡le entienda!. Joder, y si le entiendo
a ver si voy a tener que estar de acuerdo con lo que dice…eso sería horroroso,
absolutamente horroroso. Mejor vivir en mi cuenco de soledad alimentada por mis
amigos, los de odiar y que dicen que la culpa de todo –ojo, de todo, mira que
es difícil- es de el de enfrente. Que odiando se vive mejor…eso lo decía algún gracioso
cuando la transición.
Porque debe haber algún
intelectual -muchos- que se creen que alguien está urdiendo el futuro de una
manera absolutamente calculadora…oye, y podría ser. Pero el ser humano es más
perezoso que todo eso, quizás haya alguien que haga eso, pero nunca podría
encontrar un ejército intelectual que le siguiera. Por norma el intelectual es
perezoso…el intelectual que no es perezoso gana premios nobeles…y no hay
tantos.
Dicho todo esto…me hastía sobre
todo la ausencia de entendimiento de lo que es el humano. El humano no es
honesto ni deshonesto, no es fiel ni infiel, no es sencillo ni complejo, no es
de izquierdas ni de derechas…el humano es humano y de pronto se adhiere a un
movimiento, o comete un error, o juega al blackjack o se afilia a una
asociación de metempsicosis. Pero, si tenemos empatía, todo va a resultar más
sencillo.
Y a todo esto…quiero coger algún
libro de poesía, quiero ver alguna peli, quiero escribir algo, y quiero
entender lo que no entiendo, lo cual es de lo más difícil.
Madrid, 17 de agosto
2025
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