jueves, 3 de octubre de 2013

Mierda. Charlas de Gari.


- No tienes amigos Gari, y mucho menos amigas.
- Pero...¿y eso? ¿por qué?
- Es sencillo, no sabes encontrar el punto que ellos quieren.
- Pero yo me esfuerzo en buscárselo a ellos.
- Pero eso ellos no lo ven. Y ellas menos.

El otoño entraba en su estación mientras Gari hablaba con Eskivaxendres, el arconte que se le aparecía de vez en cuando a Gari para hablar en su soledad.

- No lo sé Eskivaxendres. No lo sé, yo exijo a los amigos lo que me exijo a mí. Incluso menos. Pero hago algo mal.
- Muchas cosas Gari, muchas cosas.
- Ya... y mujeres amigas aún peor.
- Ese carro tiene mercancía más variada. No sabes cómo llevar la amistad con el otro sexo porque siempre te provocan sensaciones encontradas y cuando no te las provocan a ti las provocas tú en ellas.
- Bueno, en ellas puedo provocar el vómito.
- No solo Gari, no solo.

Sonaba Estrellas a mis pies de Danza Invisible. Y Gari reconocía cada paso de la misma. Cada acorde y cada sílaba. Estrellas a los pies de Gari en una estación que solía amar y disfrutar, una estación que ahora era solo un momento más del calendario. Y hacía años que Gari no iba solo a los cines. El otoño y Gari habían dejado de ser amigos, el otoño estaba cansado de esperarle y Gari no hacía nada por encontrarse con él...y así todo se enfría.

Entretanto las soledades que brillan en el cielo dejaban paso a otra canción, no habrá fiestas para mañana. Gari miraba un infinito difuso pensando en Pergúmeno, su alter ego de otra era y otro lugar.

- Eskivaxendres, ¿te aburro?
- No Gari, yo sin ti no soy nada, si me aburriese de ti entonces desaparecería.
- Entonces mis productos no se aburren de mí.
- No, hasta donde yo sé no.
- Es un poco caótico.
- Tu mente es caótica. No puedes esperar reflexiones lógicas.

Viento en el entorno hacía que las hojas se levantaran como los deseos de Gari, sin destino aparente y mecidas por un impulso ajeno a ellas.

- Eskivaxendres...y cuando estoy  mal, fastidiado, jodido, con ganas de nada.
- Entonces algunos se acercan otros se alejan y otros no saben qué hacer.
- Pero parece que no sé comportarme.
- Sí sabes, pero los que se acercan a veces buscan tu cariño.
- Pero en esos momentos no tengo fuerzas para empatizar, me siento mal conmigo y con el mundo. No me sale nada.
- Pues eso no les gusta.
- Es injusto.
- Y caótico, sí. Pero es así.

El joven nostálgico sonaba ahora en la cabeza de Gari, sonaba un otoño de danzas invisibles perdidas en la oscuridad del instante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los asesinos de la inteligencia no llevan armas y son gente tranquila...

  Y cuando el mundo aparece resulta que tu amigo estaba durmiendo. Nadie quería despertarse con ese sonido. Pero a ti la música te martillea...